Los comentarios que he tenido que soportar por ser 20 años menor que mi pareja

 

“La edad es un número”. “El amor no entiende de años”. Son algunos de los mensajes con los que he crecido siendo una Millennial; pero, a la hora de la verdad, vivimos en una sociedad juzgona, que se alimenta del critiqueo y hace líder de audiencia a Telecinco. 

Acabo de cumplir 30 años; mi marido, 50. Llevamos juntos un lustro y tenemos un hijo de dos años. Además, juntos hemos creado un proyecto empresarial que nos va genial. Soy feliz, más que nunca; aunque, sin embargo, no ha sido fácil llegar hasta aquí. Prácticamente todo nuestro entorno, desde mis padres a los suyos, nuestros grupos de amigos, o incluso peña random que nos increpa por la calle, nos ha complicado las cosas. En algunos casos, y sin querer, incluso nos han hecho dudar. 

“En 20 años estarás cuidando de un anciano” 

La gran preocupación de la gente es yo, cuando tenga la edad de mi marido, me vea cuidando a hombre de 70 años. Me lo dicen como si hubiesen descubierto la luz eléctrica o la penicilina, como si yo no supiese contar. Es algo que he valorado, que he meditado y que he aceptado. No necesito que cada día de mi existencia me estén haciendo cálculos matemáticos sobre qué edad tendrá cada uno en el futuro. Lo sabemos. Igual que sabemos que cualquiera puede tener un accidente y ser dependiente del otro mucho antes de dos décadas. Nos queremos y aceptamos la vida como llega. No hay más. 

“Parece el abuelo de tu hijo”, “Criarás a tu hijo sola”

Dos variantes de un mismo tema: nuestra m(p)aternidad. No es su abuelo, es su padre; y ya les gustaría a muchos hombres jóvenes tener la vitalidad de mi marido cincuentón. Implicado al máximo en su responsabilidad como padre, jamás me ha hecho sentir sola en la crianza de nuestro hijo. No es un yayo que le da chocolates y lo observa jugar desde el sofá: él ha cambiado pañales, se ha levantado por las noches, ha leído mil libros de alimentación complementaria y lo lleva al pediatra; cuando hay que tirarse al suelo a jugar con los coches y las muñecas, ahí está. Es decir: no “me ayuda”, él hace de padre.

“Os imagino juntos y me da asco”

Esto no los dijo una amiga que, obviamente, dejó de serlo ipso facto. Ya no solo es la idea cringe de imaginarte a una pareja manteniendo relaciones sexuales, sino que tengas la poca vergüenza de revelarme tu asco cuando a ti ni te va ni te viene lo que yo haga en mi cama. Se justificó diciéndome que yo parecía demasiado joven; mientras que él, por su parte, demasiado mayor. Su cabeza explotaba por basar nuestra relación en el aspecto físico de cada uno. Me pareció entre superficial y surrealista, por lo que no tardamos en darle patada lateral. 

“Debe tener mucho dinero, ¿verdad?”

Y otras maneras de llamarme “interesada”. Para la sociedad, salirte de la norma tiene que tener una justificación. Ven a una pareja conformada por un hombre más mayor que su mujer y, de forma automática, es un tío con pasta con una lagarta a su lado. Mi “sugar daddy”. Me enamoré sin saber los ceros de su cuenta bancaria, dato que jamás condicionó ni para bien ni para mal. A día de hoy somos empresarios, hemos crecido juntos, trabajando los dos y ganándonos cada euro con el sudor de nuestra frente. Poco o mucho, no es suyo; es nuestro. 

“Siempre te puedes divorciar”, “Enviudarás joven y podrás rehacer tu vida”

Quiero terminar con el fin que nos has escrito la gente en nuestro destino: divorcio o muerte. Nada de comer perdices y empacharnos con ellas. Ante mi irrefutable idea de mantenerme al lado de mi pareja, la sociedad encuentra su alivio en una posible separación legal cuando envejezca o el fallecimiento de mi anciano marido, que me permita ser “feliz” con otro más joven. Es acojonante.  

 

La enseñanza que puedo sacar de todo esto, extrapolable a cualquier otra situación en la que te sientas juzgada, es: “vive y deja vivir”. Lo siento, pero no toda opinión es válida y más cuando solo esconde una crítica dispuesta a hacer dudar y generar daño en el receptor. A veces, mejor nos callamos y dejamos vivir. ¿Tú no saldrías con un hombre 20 años mayor que tú? No lo hagas. No eres mejor ni peor que yo. Eso sí, cuidado con escupir para arriba… que luego nos caen los lapos en todo el ojo. 

 

Anónimo