LOS VIDEOJUEGOS ME SALVARON LA VIDA

Corrían los años 90. Las videoconsolas hacían furor entre la chavalada de la época. Esos gráficos alucinantes… (ni se te ocurra buscarlos ahora, serás mucho más feliz si vives en el recuerdo), esos juegos emocionantes que ponían a prueba tu adrenalina… (recuerdo uno de mis favoritos: un vaquero recogiendo vacas. Nada más. Eran otros tiempos).

En todas las salas españolas se oía el tintinear de los botones y el ulular de los joysticks. Y de fondo… una madre, zapatilla en mano, amenazando a voz en grito con tirar “el cacharro ese de las narices” si no recogías la habitación de inmediato.

La pelea era diaria. No sin razón por parte de mis progenitores… no lo voy a negar (ahora que soy adulta, en su día lo negaba fuertemente). Llegar a casa después cole, mochila en medio del pasillo, bocata de Nocilla en mano, y… A JUGAAAR!! (haciendo honor al programa de la época «El Precio Justo” de Joaquín Prat. Referencia televisiva que solo pillarán unas pocas, una pena…)

“¡¡NIÑA!! ¡¡Pero merienda primero y juega después!! Que vas llenar el cacharro ese de churretes”.

No importaba… ya lo chuparía después… Lo importante en ese momento era ver cuántas vacas podía recoger en el rodeo. O cuántas pantallas del Puzzle Bubble me pasaba. Me sabía de memoria las 30 primeras, me las pasaba del tirón, pero la siguiente se me complicaba y vuelta a empezar. 

Según mi madre me pasaba las tardes perdiendo el tiempo. No llegaría a ser nadie en la vida si no hacía los deberes y estudiaba para los exámenes. Visto con perspectiva (no mucha, que a mí de toda la vida me ha gustado llevar la razón) a día de hoy no me ha hecho falta en mi vida saberme los ríos y lagos de Alemania, ni las declinaciones en latín, ni la nomenclatura de las partes de una flor, ni nada por el estilo. Pero ey… ¡¡los videojuegos me han salvado la vida más de una y de dos veces!!

tetris

Por ejemplo, el Street Fighter. En mi cabeza he recreado más de una patada voladora mientras volvía a casa de noche e imaginaba que algún malhechor me asaltaba. Nunca lo he tenido que llevar a cabo (a Dios gracias), pero aun así estaba lista y preparada para la acción. A ver cómo me habría defendido recitando poemas de Calderón de la Barca… 

Videojuegos 1- Vida 0.

Con Mario Bros aprendí que cuando uno se cree grande no siempre dura mucho. 

Con Pang que cuando los problemas parecen muy grandes solo hay que diseccionarlos y enfrentarse a cada uno por separado hasta hacerlos desaparecer. Y con Donkey Kong la perseverancia. Unaaa y otraa y otraaa vez la misma pantalla. 

Videojuegos 4 – Vida 0

Pero sin duda el que más me ha salvado la vida es… ¡¡EL TETRIS!!

Era la reina sí, lo digo. Y eso deja huella. No existe persona humana que aproveche el carro de la compra como yo. Te meto víveres para tres meses en un solo viaje. Te apuro los huecos de las maletas que ni la Marie Kondo. La nevera, después de haber llenado el carro desafiando los límites de la física, te la dejo rebosante y accesible, que no te caben ni los malos olores. El armario… La bolsa de la sillita del niño (que ni el de Mary Poppins) … Las mesas de invitados en mi boda (no he vivido mayor tetris que ese en mi vida) … Y hablando de bodas, a ver quién mete todo lo que meto yo en un bolsito de boda…

¿Y todo este poder de dónde me viene? ¿De las ecuaciones derivadas? ¿De la tabla periódica? ¿De saber a qué altura se van a estrellar dos trenes que salen de Madrid y Barcelona? 

Pues no amigas mías…. del Tetris. 

Y quién sabe, puede que el destino me acabe llevando hasta un tren abocado a la destrucción. En ese caso dudo que haber estudiado aquellos problemas de matemáticas hubiera servido de mucho, ya que la solución era “dónde ibas a morir” y no “cómo evitar el accidente”. En cambio, con mis habilidades Tetris me veo perfectamente capaz de encajar ese tren largo y recto entre dos árboles a la altura de Zaragoza. 

 

Marta Toledo