¿Sabes? Pensar en las cosas bonitas que nos esperan después de este aislamiento me genera motivación estos días. Creo que es fundamental. Hoy necesito reflejar «en papel» mis ideas. Necesito purgarme, por así  decirlo. A lo mejor hay gente que me lee y se siente así también. Quizás haya alguien que se sienta reflejado en esto que voy a decir.

No imaginaba que caería así por ti ni aunque hubieses venido  señalandome con el dedo, corriendo hacia mí a 300 kilómetros por hora y con un cartel luminoso en el centro del pecho. Después de tantos desengaños he estado tan encerrada en mí que…

No pensaba que mi pulso se acelerarse tanto otra vez. Más bien, mi corazón se ha estado saltando algunos latidos últimamente.
He estado llevando un caparazón  hecho de piedra para protegerme de todo, hasta de mí misma. Pero ahí  vienes tú con tu paraguas a decirme que esperaremos hasta que escampe. Hasta que nos dejen de llover las malas noticias y las tristezas de estos días. Me motivas diciéndome que dejará  de llover y que nos vamos a encontrar cuando salga el sol.

Necesito que sepas que nunca había conocido a nadie así, que yo no creía  en estas cosas. Por esto, reflexiono de más estos días, estas semanas… ¿Quizás esto me sirva para ponernos en perspectiva? No lo sé. Me has pillado desprevenida. Mis días se acoplaban en tonos neutros y tú…tú estas hecho de color neón.

Eres una chispa de ilusión en medio de este tiempo oscuro y hoy quiero agradecértelo con esta carta. Te doy las gracias con incredulidad, por llegar inesperadamente, por sorprenderme.
Yo, que tenía mis propios brazos a mi alrededor, protegiéndome, y tú ahora vas y me abres los tuyos con una sonrisa de medio lado.

Cuando la tristeza arrecie, y todo vuelva a estar en orden, encuéntrame de nuevo, abrázame y no me sueltes.
Esta vez, caigamos juntos.