Una de las dudas y de los miedos más grandes a los que nos enfrentamos a la hora de considerar la maternidad es la posibilidad de que el bebé no nazca sano. En mi opinión es el miedo más común y normal. El abanico infinito de posibilidades de que algo salga mal. Puras hipótesis que oscurecen la dicha y la ilusión del embarazo.  Este miedo se agudiza cuando la mamá ya tiene patología/s crónica/s las cuales son hereditarias en su mayoría.

¿Es ético crear una vida con más posibilidades que la media de desarrollar patologías crónicas? ¿Voy a poder vivir con la culpa? ¿Cómo me sentiría al ver a mi bebé pasar todo lo que he pasado/estoy pasando?

Llevo toda la vida viendo a mi madre culparse de todo lo que aparentemente hizo bien o hizo mal según ella en su embarazo y lo que ella asume que fue el factor por el cual tengo tantas enfermedades autoinmunes y degenerativas. “¿Quizás no hubiera debido tomar esa medicina para las varices”, “a lo mejor no debería de haber estado bajo tanto estrés”, “a lo mejor no llevé una alimentación muy equilibrada”; o, por el contrario:  “nunca fumé en ninguno de mis dos embarazos”, “nunca tomé cafeína”, “¿crees que fueron los transgénicos?”.

Hace unos 8 meses, mi esposo y yo empezamos a contemplar la posibilidad de ser papás. En mi caso, no es algo que pueda llevar a cabo sin antes haberlo planeado minuciosamente y al detalle con todo mi equipo médico formado por reumatólogos, neurólogos, endocrinos… Por una parte, mi embarazo será de alto riesgo por lo que necesito que mis doctores me aconsejen primero; y por otra parte, tengo que empezar a trazar un plan para dejar toda esa medicación nociva para el feto, pero a la vez beneficiosa para mí. Medicación sobre la cual no existe, la mayoría de las veces, ningún tipo de datos concluyentes sobre si es nociva o no para el feto. Medicación que se suele mantener o eliminar dependiendo de cada caso concreto y por supuesto sin ninguna garantía.

Entonces te das cuenta de que todos esos miedos naturales e inherentes a cada embarazo considerado no de riesgo se suman a los tuyos propios como madre con montones de problemas médicos junto con la carga maternal que tu madre sin darse cuenta ha estado proyectando sobre ti toda su vida. Y !ojo!, que esto no lo digo desde el reproche, mi madre nunca me ha martilleado con esto pero sí que lo hemos hablado de vez en cuando y ahora que quiero ser madre pues se ha instalado en mi cabeza permanentemente.

Total que ahora me encuentro trabajando la culpa e intentado pensar en positivo. La leche esa de ese libro famoso dice que lo que una quiere lo atrae, toda esa parafernalia de la manifestación y blablablá. Sin embargo, no puedo evitar que me asalten pensamientos intrusivos cada dos por tres los cuales intento desechar lo más rápido posible.

Es una putada porque llevo años queriendo ser mamá y luchando por estar mejor para garantizarle a mi bebé un cuerpo lo más sano posible y este viaje de la maternidad planeada que debería vivirse con ilusión, se ha ennegrecido por culpa del miedo.

Ana Scobey Garralón