Padezco una enfermedad rara, conocida como síndrome de Wilkie, que vendría a ser un pinzamiento aortomesentérico en el primer tercio el duodeno. Quizá te sigue sonando a chino, así que te lo resumo como hace mi abuela: tengo un nudo entre arterias, que se enrollan entorno al intestino y me produce obstrucciones intestinales. Además, también padezco colon irritable. Menuda mezcla, ¿eh?

Aquí viene mi drama escatológico. 

Comer fuera es un “calgario”

Es terrible. Quizá lo peor, porque afecta a mi cotidianidad. No puedo comer mucho, pero es que tampoco puedo consumir picante, refrescos, nada muy frío ni muy caliente ni alcohol. Por supuesto, “soy una rebelde porque el mundo me ha hecho así” y no hago caso, por lo que acabo atravesando un “calgario”. Si estoy en casa no hay problema, pero fuera… 

El mal rato de ir a baños ajenos o públicos

Si estás en casa de tu conquista, de unos amigos o necesitas ir al baño del restaurante en el que estás cenando, el espectáculo es para cobrar entrada. Entre el dolor y el olor, más el sonido, es un show de lo más completito. Empecé llorando de la vergüenza, más de 10 años después… Es que me da lo mismo.

Si te llenas, te vacían 

A veces sale; pero, otras, se atasca. Y no hablo de estreñimiento, no. Hablo de cuando el Wilkie decide estrangular mi sistema digestivo y producirme una obstrucción intestinal. Tú comes, pero no evacuas y… ¿qué pasa? Que acabas en el hospital: tubo por la nariz para vaciar y alimentarme a través del suero, a ver si todo empieza a moverse otra vez. En el mejor de los casos, puedo comenzar a comer en unos días; en el peor, hasta un año de batidos de proteínas y comida molida me he pasado. He llegado a pasar las patatas fritas y las croquetas por la batidora #realfact. 

No pasa nada, puedo seguir tomando batidos de Oreo, ¡qué no cunda el pánico! 

Duele tanto, que parir fue un paseo 

La primera vez que me ingresaron por esta enfermedad, mi médico me dijo: “Si algún día decides tener hijos, parir será un paseo”. Y es que duele tanto, pero tanto, ir al baño (y también no ir), que cuando fui a dar a luz a mi hija, estuve bailando reggaetón en el paritorio con mi matrona. Porque el dolor del parto es intenso, pero tiene un sentido: traer a tu criatura al mundo; el otro es un dolor gratuito y te parte en dos. 

Te conviertes en el caganer oficial de tu familia

Yo me lo tomo a broma, ¿qué otra cosa puedo hacer? Y lo llevo con muchísima naturalidad. De familia catalana, siempre surge el chiste fácil. Hay quien tiene a la amiga virgen, al sobrino Jesús, al carpintero José… pues yo soy la caganer y completamos el Belén. 

 

Anónimo

 

Envía tus vivencias a [email protected]