Yo uso Tinder y no me da vergüenza admitirlo. En mi día a día no tengo demasiado tiempo para socializar entre el trabajo y los estudios que hago a distancia, así que estoy allí buscando como muchos y muchas, alguien especial, y si no lo encuentro pero me llevo un amigo, un rollete o una noche tórrida, pues oye, bienvenido sea. 

El otro día hice match con Miguel, todas sus fotos eran con gafas de sol, en la playa o con cócteles, pero en el apartado de intereses tenía apuntadas bastantes cosas en común conmigo, así que no le di demasiada importancia al estilo de fotos y le di a que sí. 

Quedamos y fuimos a cenar a un restaurante italiano que tenía unas opiniones muy buenas y parecía tener un ambiente muy «chill out – romántico«. 

Con el restaurante no nos equivocamos, era un sitio espectacular y nos ayudó mucho a crear un ambiente acogedor entre él y yo. 

Al salir, me besó y estuvimos dando una vuelta por la zona; todo parecía perfecto, casi me habría ilusionado, si no fuera por todas las cosas que muchas veces me han parecido perfectas y luego no lo han sido. 

Era todo tan genial que lo invité a mi casa a tomar algo y accedió sorprendido.

Estuvimos riéndonos, abrazándonos y besándonos durante media noche.

Y llegó uno de esos momentos en que te miras con la otra persona y sientes que hay la complicidad suficiente para dar el siguiente paso. 

Me besó y sus besos fueron bajando por mi cuello hasta llegar al hombro, allí se detuvieron mientras me quitaba la americana que llevaba y retiraba la tira del sujetador con cariño para dejar a la vista mis pechos; eso fue lo último más cariñoso que sucedió. 

Me empezó a lamer los pezones mientras yo le quitaba los pantalones y acariciaba su erección por encima de los calzoncillos; él emitió un pequeño gruñido y sus manos fueron directas a mi sexo, entrando y saliendo, acariciando mi clítoris y haciéndome subir casi al cielo. 

Me humedecí la mano para después subirla y bajarla sobre su erección; jugueteé un poco con mi boca entre sus piernas y él empezó a jadear más fuerte, se notaba que estaba a mil por lo que paré en seco, yo quería que me empotrara, escucharlo jadear entre mis piernas y sentir como su polla palpitaba dentro de mí hasta correrse como un animal y quedarnos exhaustos de tanto placer tirados en la cama…. y así sucedió.

Cuando acabamos y nos quedamos tumbados en la cama y yo estaba pensando que todo era perfecto, me dijo: 

   – Me ha encantado la verdad. ¿Qué te ha parecido a ti?

   – Ha estado muy guay la verdad, ¿repetiremos no?- Dije muy feliz.

  – ¡Por mi parte sí! Si te soy sincero, tenía algunas dudas cuando nos conocimos, no eras como esperaba físicamente, pero me dije a mi mismo que tenías algo especial, que yo no soy superficial, y así ha sido, no me he equivocado.- Dijo con una sonrisa.

Me quedé helada, callada y sin saber cómo reaccionar. 

¿Cómo que no era físicamente como esperaba pero que no era superficial? ¿Tenía que sentirme agradecida con esa confesión y su reacción al no gustarle físicamente?

Realmente fue él quien se lanzó a darme el primer beso, así que imagino que una de dos, o estaba muy necesitado de «cariño» o de verdad no es superficial y le gustó mucho mi forma de ser. 

Sea cual sea la razón, quizás soy yo la superficial y quiero que nos atraigamos los dos mutuamente, pero me dolió escucharlo y me hizo sentir mal físicamente, así que hice como si todo fuera bien y al irse, le escribí un mensaje explicándole que no me sentía bien con el hecho de no sentirse atraído por mí físicamente y lo bloqueé. 

Me conozco y de haber seguido con él habría empezado a tener baja la autoestima, así que chicos y chicas, la sinceridad en este sentido, está sobrevalorada, no seáis tan sinceros y mucho menos, cuando no se os pregunta sobre ello.

 

Anónimo