Me convertí en una pick me girl y me di cuenta así

 

Cuando rondas los 30 años es bastante frecuente que todas tus amigas o casi todas estén emparejadas, o al menos es lo que me pasó a mí. La amiga que quedaba soltera y yo empezamos a juntarnos con un grupo de chicos que se reunían en casa de uno de ellos, hasta que conoció a su novio que vivía en otra ciudad y ella dejó de ir. Tenía dos opciones, o quedarme en mi casa la mayoría del tiempo o irme con ellos, que siempre me hacían sentir bienvenida, y además a tres de ellos los conocía desde hace muchos años, así que estaba en confianza.

Aún así, al principio se me hacía un poco raro ser la única chica en un grupo de 10 chicos, pero al poco tiempo se convirtió en mi zona de confort. Yo, que nunca había sido popular entre el sexo opuesto, me pasaba las noches hablando con ellos de temas de la vida, de política o jugando a la play. Nos reíamos mucho y me sentía en el centro de atención. Veíamos películas, algunos partidos de fútbol, hacíamos barbacoas y nos conocíamos a fondo. Los quería mucho y me sentía muy a gusto con ellos. Llegó la pandemia, los eché de menos y cuando las cosas fueron volviendo a la normalidad, volvimos a juntarnos. Nada había cambiado. Nos quedábamos hasta las diez menos diez cuando había toque de queda. También alguna noche de sábado en la que no dormíamos porque allí no había camas y nos pasábamos hasta las seis de la mañana disfrutando los unos de los otros.

Hasta que llegaron ellas. Dos chicas más jóvenes que yo empezaron a venir también. Eran muy guapas y divertidas, y notaba cómo su presencia hacía que me volviera más pequeña. Cada vez que llegaban me cambiaba el humor. Me ponía seria, hablaba menos y sentía que los demás empezaban a pasar de mí. Me dedicaba a mirarlas y a compararme con ellas y cómo no, siempre salía perdiendo. No me apetecía hablarles y llegó un punto en el que cuando llegaban, me iba. Yo, que siempre he tenido relaciones sanas con mis amigas, ahora estaba empezando a ver a otras mujeres como enemigas simplemente porque recogían la atención que un día me habían prestado a mí.

No me gustaba esa sensación, así que me paré a reflexionar y me di cuenta de que estaba “en guerra” con ellas por la atención y aprobación de un grupo de chicos (en particular de uno de ellos) que sí, eran mis amigos, pero desde luego no tan importantes como para sentir ese rechazo hacia otras mujeres solo por serlo. Me había convertido en una Pick Me Girl. Poco a poco fui intentando conocerlas y olvidándome de la aprobación masculina, y para sorpresa de nadie, me acabaron cayendo muy bien y conecté con ellas de forma diferente. 

 

Qué importante es hacer autocrítica para saber cuándo te estás relacionando desde una necesidad no cubierta, porque cuando es desde ahí, siempre te va a llevar a lugares que se alejan de tu verdadera esencia. 

 

Cora C.