Muchas veces he leído que la peor forma de romper con alguien es por WhatsApp, pero no amigas… La peor forma de romper con alguien es mandándola a paseo después de dejarla embarazada, y eso es lo que me pasó a mí.

Imaginaos mi situación. Yo llevaba con mi expareja (vamos a llamarle Antonio) desde que tenía 21 años. 9 años juntos llenos de historias, buenos momentos y alguna que otra discusión, pero nada grave. Leía las historias de chicas que sufrían por los celos, el control o el pasotismo de sus parejas y pensaba “joder, qué suerte tengo”. Era respetuoso, amable, cariñoso, inteligente, divertido… Jamás me dijo una mala palabra. Supongo que esto debería ser lo normal, pero por desgracia no lo es.

Éramos felices. Nos fuimos a vivir juntos a otra ciudad porque me ofrecieron un puesto fantástico y al poco tiempo él encontró trabajo de lo suyo. Las cosas nos iban bien. Teníamos estabilidad económica y emocional, un piso con un alquiler más que decente… Y de repente pasó: me quedé embarazada.

No era algo buscado, fue por un fallo del método anticonceptivo. Por aquel entonces tomaba la píldora. No es como cuando se rompe un condón, que te das cuenta y puedes ir a por la pastilla del día después. En mi caso fui ese pequeño porcentaje de errores.

Descubrí el embarazo cuando fui al médico por una diarrea tremenda. El médico me recetó unas pastillas y no me hizo más pruebas, pero al salir llamé a mi madre y se lo conté.

“A ver si estás embarazada, que cuando yo me quedé de ti me iba por la pata abajo.”

Me lo tomé a coña, pero me quedó un pequeño “y si…”. Me compré un test y sí, estaba embarazada. Después me compré cuatro más para confirmar. Dentro de mí había una mezcla de sensaciones. Estaba asustada, emocionada, triste, feliz. De todo.

Pensé que igual no era mal momento para tener un hijo. Teníamos estabilidad y éramos felices. Por desgracia mi expareja no pensaba igual.

Esa misma noche le conté la noticia y se quedó en shock. Me dijo que no sabía qué decir. Que necesitaba procesarlo. Al día siguiente me dijo que no había podido dormir, que no quería ese hijo. Que no estaba preparado. No le culpo. Hay quienes quieren y hay quienes no.

Fue una semana durísima para mí. No sabía qué hacer y él apenas me hablaba. Me intentó convencer para que abortase, no me apoyó. Fue muy difícil.

Era la 1 de la mañana. Recuerdo que cada uno estábamos en una punta del sofá, sin apenas dirigirnos la palabra. Yo no paraba de buscar en Google testimonios de mujeres que habían pasado por eso intentando aclarar mis ideas. De repente pensé que, si la única forma de seguir con él era abortando, lo haría. De mi boca salieron las palabras “tienes razón, no podemos tener un hijo”. Me miró, me dijo que se alegraba de que hubiese tomado la mejor decisión y que ahora que tenía eso claro quería decirme algo. Me dejó. Al día siguiente se fue.

Por lo que sé, volvió a nuestra ciudad natal. Yo decidí seguir adelante con el embarazo. Me di cuenta de que iba a abortar por él cuando en el fondo quería tener ese niño.

Meses después conocí a otra persona. Le conté mi situación y me apoyó. Aunque al principio sólo fuimos “amigos”, a día de hoy seguimos juntos y para mí es el padre de mi hijo.

No volví a saber nada de mi expareja. Mis padres se han cruzado alguna vez con los suyos, pero ni siquiera se han parado a hablar, y por suerte yo nunca he coincidido con ellos en Navidad, que es cuando voy de visita.

Mi hijo todavía es pequeño para entender la situación. En el futuro decidiré si decirle la verdad o no. Lo que tengo claro es que ese niño tiene un padre que le ha criado desde que nació y que la adora incondicionalmente, y tome la decisión que tome será la correcta.

Ánimo a todas las que estáis pasando algo parecido. Aunque en el momento os sintáis solas, siempre habrá alguien. Vuestros padres, amigos o pareja. Quién sea. Y toméis la decisión que toméis, estará bien, porque es vuestra.

 

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]