Es muy jodido estar enamorado de alguien cuyos planes de futuro no encajan con los tuyos.

Y más duro es que el otro, después de años y años de relación y de planificación conjunta, se dé cuenta de repente de que ha cambiado de idea.

Mi pareja me pidió un buen día que me sentase frente a él en la cocina y, al contrario de lo que me había dicho durante casi dos décadas juntos, me informó de que no quería tener hijos.

Hacía poco que nos habíamos mudado a un piso con una habitación extra y llevábamos meses teniendo sexo sin protección.

¿Cómo te quedas? Yo en shock, al principio.

Después, en un alarde de empatía y capacidad de sacrificio sin precedentes, pensé que había sido muy valiente por su parte reconocer que ya no deseaba lo mismo que yo. Y que quizá era posible renunciar a mis deseos de ser madre en pos de continuar al lado de la persona que amaba.

Menuda hostia me llevé unos días después, y menuda paliza moral un tiempo más tarde.

Ya que mi ex me dejó porque no quería tener hijos y los ha tenido con otra.

Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

Fíjate qué cosas, eh.

En cuestión de días se había enterado de que en realidad no quería ser padre y de que yo no merecía seguir con alguien que no podía darme lo que anhelaba.

Se marchó de nuestra casa firmemente decidido a no volver.

Y yo lo acepté. Muy a duras penas, pero lo acepté porque entendí que tenía razón.

No era justo para mí.

Por eso era mejor que siguiéramos cada uno por su lado.

Claro que yo ya había perdido la mitad de mi vida fértil esperando al momento adecuado para tener hijos. Lo habíamos postergado un montón de veces.

Yo sabía que nunca iba a llegar ese momento perfecto, que no existe.

Pero él quería esperar a que ganásemos más. A que los dos tuviésemos trabajos estables.

Ahora no porque están las cosas fatal. Mejor esperamos un poco más.

Blablablabla.

Cuando rompimos yo me quedé un poco rota también.

Decidí que era mejor no verlo y que no quería que nadie me hablase de él.

El tiempo todo lo cura y yo me curé del desamor.

No volví a tener una relación, no surgió y tampoco es que la buscara, la verdad.

Estoy bien sola.

O estaba.

 

Porque hace poco y por casualidad, me he enterado de que mi ex ha rehecho su vida. Que, hasta ahí, todo bien, me alegro por él.

Lo que me ha dejado jodida y machacada ha sido averiguar que ha sido padre.

Dos hijos tiene el hombre que me dejó porque no quería tenerlos.

Y mientras él se dedicaba a tener descendencia, yo aquí, en mi inexorable descenso a la menopausia.

Amargada porque el tiempo se me agota y no tengo la valentía necesaria para intentar cumplir mi sueño de ser madre en solitario.

 

Me avergüenza admitirlo y quizá por eso os lo estoy contando por aquí, porque no me atrevo a hablarlo con nadie.

No soy capaz de soltar por la boca la rabia que siento ahora mismo.

Soy muy consciente de que la gente tiene derecho a cambiar de opinión, pero tengo este odio dentro porque siento que me engañó. Que se cansó de mí y, en lugar de echarle huevos y decírmelo, se inventó esa excusa para dejarme y encima quedar medio bien.

Y creo que no se lo perdonaré jamás.

 

Anónimo

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

Imagen destacada de Pavel Danilyuk en Pexels