Desde pequeña me enseñaron a esperar. A esperar una oportunidad, a esperar el momento adecuado para reaccionar, a esperar a un hombre y que, sin él, mi vida no estaría completa.  

Que conmigo misma no era suficiente. 

Aprendí que amar era dar, dar y dar… hasta quedarme exhausta, vacía, pero cada vez que me vaciaba, me llenaba de miedo e incertidumbre.

Vivía con la incertidumbre constante a que desaparecieras cada vez que no te miraba, con el miedo de que mi mundo se derrumbaría si tu no estabas ahí. Aprendí a base de tus malas palabras a adaptarme a ti y que mi valor se calculaba única y exclusivamente en la medida en que tú me quisieras. Ya no éramos tú y yo, ni tan siquiera un nosotros. Eras tú y tus necesidades. Tú y tus miedos. Tú y tus sentimientos y pasé a un segundo plano. O a un tercero, o a un cuarto hasta convertirme en una simple sombra. 

Me dijeron tantas veces que era el sexo débil que terminé creyéndomelo. Creí que te necesitaba, que no podía salir de mi torre sin ti, que no podía rescatarme a mi misma. Me dijeron tantas veces que necesitaba un príncipe azul que lo esperé. Ese príncipe azul perfecto que lucharía contra el dragón que no eran otros que mis propios demonios que amenazaban con devorarme desde el interior. 

Y justo cuando me di cuenta que no era el sexo débil, que mi amor por ti era solo necesidad a estar acompañada, quise escapar. Escapar de todo el tormento y liberarme de las cadenas de mis tobillos, muñecas y cuello. Pensé que la llave la tenías tú, cuando siempre estuvo en mi mano durante semanas, meses e incluso años, pero yo seguía allí por miedo a que mi mundo se derrumbase.

Hasta que di un paso…

Y luego otro…

Y salí corriendo, como quien corre por la playa sin zapatos y disfrutando el contacto con la arena y la libertad. 

Si me hubiera quedado no sentiría este vacío que he tenido dentro, si me hubiera quedado escucharía a mi cabeza decir que no valgo nada una y otra vez, si me hubiera quedado seguiría en ese bucle de resignación y miedo constante, pero si realmente me hubiera quedado hubiera continuado siendo infeliz.

Es por eso, que he llenado el vacío que dejaste con flores y guirnaldas, he barrido las cenizas de lo nuestro para dar paso a la risa constante. Y la culpa no fue solo tuya, mi error fue buscar el amor en ti en vez de en mí. 

Melara