Llevaba 3 años con mi ex cuando el tío se puso bastante pesado con el tema de la higiene y los olores. Fue un cambio brusco de la noche a la mañana que le convirtió en un verdadero obseso del tema a todos los niveles y situaciones, porque de normal evidentemente ya éramos gente pulcra pero se fue directamente al extremo. 

Empezó a darle mucho asco practicar oral por si nos olían las partes. Nosotros siempre habíamos sido súper higiénicos con eso pero lógicamente, aunque te duches justo antes de hacerlo, el olor corporal es el que es y todas sabemos que una polla huele a polla y un coño a coño. Punto y final. Pues nada, empezó a rallarse mucho con eso y la verdad que nuestra calidad en el sexo fue bajando y quise intentar solucionarlo como pudiera. 

Me habló de las duchas vaginales que era un método para limpiar bien la vagina por dentro, que no echara olor y esas cosas. Total, que sin informarme ni nada (meeec, error garrafal) me fui para la farmacia y la compré. En ningún momento pensé que eso pudiera afectarme de alguna forma pero fue una verdadera catástrofe. 

Empecé a hacérmelas una vez por semana y a los pocos días de hacerme la segunda, empecé a notar un escozor brutal al hacer pipí. Pensé que sería un poco de infección porque a veces me pasa según la ropa interior que uso o si llevo mallas ajustadas de deporte pero con los días empezó a molestarme todo el rato. Encima el olor del flujo se intensificó un montón así que tenía todos los números de ser Candidiasis. Me compré en la farmacia el tubito de crema y a los pocos días parecía que se me calmó pero con la tercera ducha vaginal volvió a empezar el proceso. 

Me encontraba fatal, tenía incluso fiebre y mucho dolor abdominal por lo que pedí cita en mi ginecóloga para que me echara un vistazo y tenía una infección vaginal fuertísima. Fue entonces cuando me preguntó si había hecho algo distinto a mi rutina habitual y le conté lo de las duchas vaginales. Literalmente se echó las manos a la cabeza y me contó que era una moda súper peligrosa que, más allá de hacer un bien, nos jodía y mucho. 

Me fui a casa súper rallada y hablé con mi ex. Le conté lo que me había provocado hacerme la burrada esa y me dijo que habría sido de otra cosa seguro, que mi ginecóloga me habría querido asustar y ya. Tío, llevaba más de dos semanas con unos dolores horribles y lo único que había cambiado en mi rutina eran las puñeteras duchas vaginales que encima estaban contraindicadas así que blanco y en botella…

Lo pasé fatal. Además me asusté porque pueden llegar a provocar enfermedades serias, así que enseguida empecé el tratamiento y aunque la infección tardó bastante en irse empecé a notar mejora. Lo que no mejoraba ni de broma era mi relación.

Me empecé a plantear que si por chorradas así íbamos a tener estos cristos quizás es que a él solo le preocupaban sus asuntos y no había hueco para los míos así que hablé con él y le dije que o intentábamos solucionarlo y ser una pareja de verdad o esto se iba al traste. Me dijo que necesitaba tiempo para pensar y menos mal que cogí asiento y palomitas porque todavía estoy esperando que dé señales de vida. 

Mi moraleja de todo esto es no volver a hacer jamás nada que los demás me sugieran sin al menos saber cómo afecta a mi cuerpo porque ya está bien de actuar como si en vez de cuerpos reales fuéramos de plástico. Un coño huele, mejor o peor según las duchas que te pegues, y la vagina se limpia sola sin ayuda de ningún cachivache. En serio, chicas, no os recomiendo para nada este tema que puede acabar en algo muy, muy serio y menos por las manías de alguien. 

Respeto y amor para nuestros chichis (L)

 

Anónimo

 

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