Vengo a contaros una historia de suegras y nueras. Somos muchas las que no cuadramos con nuestra suegra, pero es que lo de la mía es desquiciante. Pone en duda todo lo que hago como madre y me tengo que callar porque es la única ayuda que tenemos con los niños.

Mi historia es la siguiente: mi marido y yo llevamos muchos años juntos. Empezamos muy jóvenes de novios, casi dos adolescentes que descubrían juntos el amor. Nos queríamos mucho y aún nos queremos.

Mi pareja es hijo único. Su padre falleció cuando él tenía 10 años y su madre se volvió super protectora. Cuando me la presentó, yo ya sabía que no iba a ser una suegra fácil. Es una mujer muy posesiva, su hijo es su mayor tesoro y siempre me vio como una rival, alguien que venía a alejarla de su amado vástago.

Yo he hecho siempre todo lo posible por caerle bien, porque amo a su hijo y quiero que me acepte. Para mi marido, su madre, como es lógico, siempre ha sido muy importante, por lo que ha estado muy presente en nuestra vida de pareja. Muchas tardes se venía con nosotros a merendar, al cine y hasta nos la hemos llevado de vacaciones, juntitos los tres.

Siempre me ha machacado mucho, por mi forma de vestir, por la carrera que iba a estudiar, por salir de fiesta con mis amigas y sin su hijo… es la típica que te lo dice a la cara y con una sonrisa, pero te está criticando.

Al cabo de los años, mi pareja y yo nos casamos y tuvimos hijos. Al principio yo tiraba mucho de mi madre, pero mis padres se jubilaron y se mudaron a la casa que tenían en la playa, así que no me quedó otra que empezar a pedirle ayuda a mi suegra.

Mi marido y yo trabajamos y ella nos ayuda mucho con los niños, va a buscarlos al colegio, se queda con ellos cuando están malos, muchas noches les da de cenar en su casa… a cambio, yo tengo que aguantar que me juzgue como madre, para ella está mal todo lo que hago y me desautoriza delante de mis hijos.

Ya de joven me molestaba que criticara mi manera de vestir, pero me callaba por su hijo. Ahora critica mi manera de vestir a mis hijos, y me tengo que morder la lengua porque es la única ayuda que tenemos. Pero que ha llegado hasta el punto de cambiar de ropa a mis hijos porque no le gustaba lo que yo les había puesto. Vivimos muy cerca y tiene llaves de mi casa, así que entra, coge otro pantalón y otra camiseta y cuando voy a recoger a mis hijos a su casa me los encuentro vestidos de otra manera.

Y no solo la ropa, también critica mi cocina. Si hago para cenar verduras al vapor y pescado, ella aparece con un tupper de caldo para hacer sopa para sus niños (incluido mi marido).

Le parecen mal todas y cada una de las decisiones que tomo como madre: no le gusta el colegio al que llevamos a los niños porque lo he elegido yo, pues a mi marido le daba más igual, si llevamos a los niños a natación no le parece bien porque dice que son muy pequeños, si el mayor va a futbol opina que es un deporte muy competitivo, y todo así.

Sé lo que me vais a decir, que mi marido es un calzonazos, que no le pone límites a su madre. Y es verdad, pero yo lo entiendo, porque sólo lo tiene a él, durante mucho tiempo solo se tenían el uno al otro, y ahora pues comprendo que no quiera tener un conflicto con ella. Además, es la única que nos puede echar una mano con los niños, y en caso de enfrentarnos a ella, conociendo cómo es, es capaz de dejarnos de ayudar, y no nos lo podemos permitir.

Al final, me tengo que callar, tragar con todo lo que hace y hacer oídos sordos a sus comentarios malintencionados. No tengo dinero para pagar a una niñera que se encargue de mis hijos, ni podemos dejar de trabajar mi marido o yo. Así que mi única opción es aguantar los desplantes de mi suegra.

 

ANÓNIMO