Lo que comenzó siendo una broma entre amigas se terminó convirtiendo en el mejor reto de mi vida. Gracias a aquella tarde delante de cuatro vermuts y una conversación subida de tono, tuve la oportunidad de conocer mi cuerpo como nunca antes lo había hecho.
Mi amiga Marisa lo tenía claro, ‘pues yo no lo veo nada del otro mundo‘. Pero lo cierto era que por mucha memoria que hiciera yo no recordaba el haberme tocado a diario durante siete días seguidos. ¿Seré yo la rara?
Entre las risas de las tres mujeronas que me acompañaban y sellándolo con un brindis de lo más dispar comencé mi promesa: la de llamar a las puertas del placer en solitario dos veces al día a lo largo de toda una semana.
LUNES
Decidí empezar mi reto el peor día de la semana. Odio los lunes como el pasar hambre, y suelo amanecer como una hiena cabreada. No soy nadie hasta que no me tomo el primer café, pero una promesa es una promesa… Así que mi ducha matinal terminó con la alcachofa entre mis piernas y un chorrito intenso apuntando hacia mi clítoris. ¡Magia! Ni toda la cafeína del mundo hubiera conseguido mejores resultados, ¡qué subidón!
El día continuó sin contratiempos: oficina-comida-oficina-gimnasio-casa. Llegué reventada y con ganas cero de volver a tocarme, de hecho olvidé mi plan hasta bien entrada la noche. ¿Cómo? Con nocturnidad y una película subida de tono que apareció tras un zapping aleatorio, ¡badabum!
MARTES
La idea de amanecer cada mañana con ‘la duchita de la felicidad‘ me pareció grandiosa. Así que la mañana del martes empezó igual de bien que la anterior. Comenzaba a pensar que quizás necesitaría madrugar un pelín más para poder dedicarle un poquito más de tiempo a mi ‘momento alcachofa’, pero eliminé esa idea de mi cabeza al considerar que levantarme antes para masturbarme a gusto sonaba un poco raro.
Y mi día fue una completa mierda asquerosa. De esas jornadas en las que parece que todo el mundo está en tu contra, que el karma te ha dado la espalda, que eres tú contra el mundo. En mi cabeza solo estaba el momento de volver a meterme en mi cama y mandarlo todo al carajo. Ni refroteo ni leches, ¡qué pronto desisto!
23:35 de la noche, llevo enmantada en la cama casi una hora, agarro el móvil, me pongo un vídeo XX muy muy top y me vengo arriba. Yo nunca me rindo. Mañana será otro día.
MIÉRCOLES
Esa noche soñé con dos macizos que me ensartaban por delante y por detrás, por arriba y por abajo, ¿por qué sería? Así que abrí los ojos sintiéndome muy a tope. Pasé de ducha, de alcachofa y de chorrito. Replay a mi vídeo hot y ‘con estas manitas que tengo yo aquí’…
Me empiezo a preocupar, solo un poco, eran las 12:00 de la mañana y mientras estoy currando cruzo mis piernas. Siento que mi amigo clítoris empieza a ponerse juguetón, cruzo con más fuerza. ¡Pero por favor, estoy en medio de la oficina! Aquello palpita mucho mucho más. No entiendo nada, estoy cachonda perdida. Aprieto más todavía, me muevo de forma sutil y contraigo los músculos de la pelvis. ¿Qué estoy haciendo? Contraigo, contraigo, aprieto… ¡Me acabo de correr en el curro!
JUEVES
Quise obviar mi momentazo de auto-placer en el trabajo y pasé de tocarme en lo que restó del miércoles, así que la mañana del jueves salí corriendo a la ducha. Ni jabón, ni champú… lo primero es lo primero, darle gusto a mi pomelo.
Tengo una amiga muy amiga en el curro, y sí, se lo he contado. Delante de la máquina de café y cuando nadie más escuchaba le he confesado que las gráficas de datos me pusieron perraca y no lo pude resistir. Ha flipado tanto que ha dicho que intentaría hacerlo ella también, pero que cuando se corre no es capaz de no gemir, así que si escuchamos un orgasmo en el edificio que no nos preocupemos, que es ella experimentando con su suelo pélvico.
Y como el reto parece haberse quedado corto, he decidido pasar por un sex-shop esta misma tarde para sumarle alegría a esta semana. Voy a tiro fijo, yo quiero un Satisfyer Pro, que he leído esto y yo tanto placer gratuito no me lo pierdo.
19:00: Compro mi querido succionador en forma de pingüino elegante.
20:00: Me he corrido cuatro veces en media hora. ¿Esto cuenta como masturbarse una vez o cómo?
VIERNES
Creo que tengo un problema, he abierto los ojos y solo soy capaz de pensar en cuándo y cómo voy a masturbarme este día. Cuestión de prioridades, parece. El caso es que esta noche he quedado con un follamigo muy guay y, claro, no vamos a ver una película precisamente. ¿Qué hago? ¿Me toco ahora o lo dejo todo para la cita? ‘Uy, un pingüinito… mmmm… arggg… oissss…‘
Mi colega del trabajo viene a mi mesa indignada, no entiende cómo lo hice, que ella estuvo todo el día venga apretar muslos y concentrarse y no hubo manera. Que hasta se puso un vídeo porno clandestinamente en el teléfono, que estaba más cachonda que una cabra en celo, pero que a ella lo de ver a Martínez el de contabilidad en frente, como que no. All is on your mind, be water my friend.
Tengo cita y hemos quedado directamente en mi casa. Mi cuerpo me está pidiendo a gritos lo suyo, qué pronto se acostumbra una al placer. Pedro ha llegado puntual y parece que con ganas de mambo, perfecto porque yo necesito un revolcón pero ya.
Nos hemos ido a la cama nada más vernos. Venga morreo, venga sobeteo, ahora una caricia, pero nada, que Pedro hoy parece que no quiere llamar a mi timbre juguetón. Le he hecho una mamada antológica esperando que él me correspondiera, pero se ha puesto el condón como un rayo para ir ya al tema. ‘No no Pedro, espera espera, que tengo que masturbarme…‘
Así que allí, con el pene de Pedro apuntándome en todo lo alto, he cogido mi Satisfyer. Mi amigo se ha puesto como una moto a mil revoluciones y me ha preguntado extasiado si él podía participar, ¡vaya que sí, colega! Succionador por delante y Pedro por detrás. Creo que voy a morir del orgasmo.
SÁBADO
Pedro ha alucinado tanto con el polvo de anoche que ha decidido quedarse a dormir para que ‘amanezcamos’ juntos. Así que hemos vuelto a repetir el trío con Satisfyer en diferentes posiciones, velocidades y ya no sé cómo.
Como en la canción de Sabina, nos dieron las diez y las once, las doce y la una… Vamos, que he querido llevar la cuenta de cuántas veces me he toqueteado durante el día pero no ha sido posible. A ver si Marisa iba a tener razón.
DOMINGO
Tengo el asunto casi en carne viva. Creo que Pedro quiso hacer las ‘follolimpiadas‘ conmigo y esta mañana de domingo, no quiero sexo. Que no se me acerque nada ahí abajo, mi clítoris ha escondido la cabeza como una tortuga.
Tras salir a comer con mi familia he regresado a casa y me he tumbado en el sofá. ¿Voy a fallarle a mi reto por un mísero día? Me doy una ducha a ver si mi añorada alcachofa soluciona esto. Pero no, el chorro más sutil no me apetece, y el más directo hasta me molesta. Ya ni pienso en Satisfyer, tengo la zona demasiado sensible.
Llega la noche, me tumbo en la cama sin pensar en nada. Y entonces mi clítoris asoma la cabecita, ‘he vueltoooo‘. Pero quiere que lo acaricien con cuidado y despacio. Sin vídeo hot, sin Pedro, sin ducha. Me ha faltado uno, pero el de esta noche vale por dos.
CONCLUSIÓN
Siempre había considerado la masturbación como un preliminar al coito. Sí, me había tocado en solitario alguna vez, pero sin dedicarle tiempo a escuchar a mi cuerpo. Ahora sé que el jugar con una misma es mucho más que masturbarse. El deseo se despierta cuando menos te lo esperas, y también desaparece para mantenerse en standby y no pasa nada. Todo es centrarse y, sobre todo, mostrar interés por una misma.
¿Puedo masturbarme dos veces al día de por vida? No, podré hacerlo cuando me apetezca. Habrá ocasiones en las que tripitiré si es necesario, mientras que se darán épocas en las que nuevamente clítoris esconderá su cabeza agotado.