Esta historia no es mía, pero como si lo fuera. Esto le pasó a mi mejor amiga, y lo viví con ella en primera persona. Quiero aclarar que tengo su permiso para contar esto y que ella es consciente de que voy a escribir sobre ella. 

Hace unos años, mi mejor amiga se metió de lleno en una espiral de toxicidad, abuso psicológico y terceras personas que aún no me explicó cómo pasó.  

Todo empezó cuando un chico del pueblo empezó a hablarle, mandarle mensajes y a mirarla pícaramente cuando la veía por la calle. Muy inocente todo. Ese chico había estado con una chica que conocíamos, pero esa relación se había acabado y estaba soltero. Siguieron hablando, quedando, llamándose y tal, y cuando parecía que iban a formalizar su relación, él vuelve con su ex. No con la que os he dicho que conocíamos, sino con la primera, con la de su adolescencia.

Mi amiga se quedó en shock al principio, pero lo medio gestionó y siguió con su vida. Los problemas empezaron cuando él volvió a hablarle a escondidas. La manipulaba, la hacía sentir mal, conseguía que lo compadeciese por esa doble vida tan dura que llevaba y toda esa mierda, y terminaba quedando con ella en secreto y por supuesto, acostándose con ella. Cada vez que se acostaban y mi amiga volvía a casa, el jarro de agua fría era mayor. Cada vez estaba más enganchada a él y cada vez peor con ella misma. Por mucho que yo le dijera o que hablásemos, cuando él volvía, ahí estaba ella. En su escondite secreto por las noches, y en la agonía de esperar un mensaje furtivo cuando no estuviese con su novia durante el día. Él siempre le decía que estaban juntos por sus familias, que no podía dejarla pero que él lo que realmente quería era terminar y empezar algo con ella. Nunca fue así. Cada vez que mi amiga se alejaba, sacaba un poco el pie del agujero y empezaba a hablar con otro chico, no sé cómo, él se enteraba. Y volvía como un loco poseso, haciéndole ver que ella era suya. Y que él podía tener novia y amante, pero que ella, a lo máximo que podía aspirar, era precisamente eso, a ser su segunda. 

La historia siguió con idas y venidas, con muchas lágrimas y borracheras por parte de ella, y con mucha cara dura por parte de él. Hasta que, su novia se enteró. La pobre mía no se esperaba absolutamente nada y para ella fue un palo gordísimo como os podéis imaginar. Aquí vino lo peor: él le pidió a mi amiga que por favor le dijera a su novia que ella había sido la que lo buscaba, la que había intentado tener algo con él, la que le escribía y que él nunca la había correspondido. Mi amiga se quedó hecha pedacitos y yo quise ir a por él y hacerle tragar una por una todas sus responsabilidades y su poca vergüenza, pero ella me frenó. 

Por supuesto, el tío aquel terminó su relación y empezó otra al poco tiempo, y… ¿adivináis qué pasó? BINGO, volvió a mi amiga como un perrito que ha mordido tu zapato y viene arrepentido pidiendo perdón con la mejor de sus caritas… Eso sí, mi amiga seguiría siendo su segunda, por los siglos de los siglos, amén. La tenía tan enganchada a esa toxicidad que volvieron a verse un par de veces, pero ella ya, a raíz de aquel golpe, cada vez quería verlo menos. 

La cosa terminó cuando su actual novia se quedó embarazada. Lejos de parar, empezó a contarle otras de sus mentiras sucias y a querer seguir viéndola a pesar del bebé. Afortunadamente mi amiga tuvo bastante, lo bloqueó de todos los sitios posibles y jamás volvió a hablar con él. Al tiempo nos enteramos de que ni siquiera había sido la única amante. Ese tío había conseguido llevar una vida con tantas versiones como mentiras daba. 

Hoy en día, cuando lo vemos, estamos seguras de que habrá alguna chica (o varias) pasando en secreto lo que mi amiga pasó. Así que, si estás leyendo esto y te suena demasiado familiar, por favor, no lo sufras sola. Sal de ahí, pide ayuda, y si crees que puedes ser tú una de “sus” chicas, intenta contactar con nosotras, estamos aquí para ti.

MilaMilano