Me recriminaba haber usado Tinder y se lo bajó en cuanto rompimos

Soy de esas que se embala cuando conoce a alguien y va muy rápido en las relaciones. Claro, luego pasa lo que pasa, y acabo con chicos con los que, más tarde o más temprano, descubro que no tengo nada en común. Estuve saliendo unos meses con un chico al que conocía de hace tiempo.

Teníamos un amigo en común, y alguna que otra vez habíamos coincidido en alguna quedada, pero nunca llegamos a crear un vínculo más allá de eso. Nos seguíamos en Instagram, y empezamos a hablar por redes sociales más a menudo y la chispa fue surgiendo, como os digo, demasiado rápido. 

Antes de eso, estuve viviendo una etapa de vida de soltera acompañada de mi fiel amigo, el Tinder.

La verdad es que soy más fan de vivir historias de amor intensitas en vivo y en directo, conocer a alguien en persona, darte cuenta de que te encanta y que todo vaya fluyendo, tal y como ocurrió con el chico en cuestión. Pero de vez en cuando, durante mis meses de soledad, me apetecía jugar un poquito a Tinder y cotillear, a ver qué se cocía.

recriminaba

Tuve algún que otro rollete, pero nunca llegó a pasar de ahí, no sé si por el hecho de que al ser algo buscado ya no me encandilaba tanto la situación o porque no encontré a una persona que me calase lo suficiente. 

La cosa es que, cuando llevaba un par de semanas saliendo con el amigo de mi amigo, salió el tema, y sin ningún tipo de pudor le conté que efectivamente hacía uso de esa aplicación para ligar. Para mí es lo más normal del mundo. Al parecer, para este chico, no.

Su primera reacción fue un resoplo de desprecio.

Yo mientras, expectante, me quedé callada esperando a que se explicara un poco. Me dijo que le daba un poco de asco la gente que recurría a eso para buscar pareja, que era una muestra de que estaba desesperada, que era una superficial por prejuzgar a la gente por unas fotos… en fin, menuda joyita de chico, pensaréis.

Yo ahí debí haber salido corriendo, porque eso solo era la punta del iceberg de la clase de persona que había detrás.

Pero le di una segunda oportunidad al chico (y una tercera y una cuarta, si me apuras), que al fin y al cabo nos conocíamos de hacía mucho tiempo y había cierta confianza. Además, aparte de esto, nos estaba yendo muy bien. Obviamente me enfadé y le expresé mi desacuerdo, además de decirle que me parecía una falta de respeto todo lo que había dicho. Después de una breve discusión, me pidió perdón, y yo, tonta de mí, creí que la cosa acabaría ahí.

Pues no, amigas, el Tinder fue tema de discusión durante los casi nueve meses que estuvimos juntos. Cuando le decía que un chico me parecía guapo, le entraba un ataque de celos y se ponía a la defensiva, diciéndome que él, cuando está enamorado de alguien, no se fijaba en otras personas, pero que no le extrañaba que yo fuese de esa clase de personas si era de las que usaban Tinder para ligar. Qué tendrá que ver el tocino con la velocidad, os preguntaréis. Yo también me pregunto qué coño hacía saliendo con alguien que pensaba así.

En otra ocasión, habíamos quedado con una amiga mía a tomar algo. Ella me dijo que se acababa de descargar Tinder, y le pedí que me dejara ver sus matches y de paso cotillear juntas algunos perfiles.

recriminaba

Pues no sabéis la que se lio cuando llegué a casa.

Al principio mi chico ni me hablaba, hasta que se decantó por preguntarme si me parecía normal mi actitud, y que si tenía tantas ganas de usar Tinder que se lo dijera y lo dejábamos. Yo ya no podía más con el temita, pero una vez más “superamos” ese bache, o más bien guardamos la mierda debajo de la alfombra, y seguimos la relación. 

Como os podéis imaginar, eso no podía salir bien, y la relación se terminó. Yo decidí terminarla.

Al fin y al cabo, éramos personas con ideas muy distintas, y este tío tenía unos problemas de celos e inseguridad que no eran normales. Y joder, puedo entender que no te guste Tinder, que te parezca más o menos moralmente correcto su uso, pero no me machaques. Si no te gusta como soy o como fui en mi pasado, dejemos la relación. 

Resulta que, un par de semanas después de dejarlo, hablamos para ponernos un poco al día y saber el uno del otro. Tuvimos una conversación de lo más banal que enseguida se acabó. Pero a los pocos minutos de enviarle mi último mensaje (un emoji de WhatsApp) me escribe:

Por cierto, me he bajado Tinder, pero solo para saber cómo funciona y poder criticarlo con conocimiento.

Y voy yo y me lo creo, amigo. Lo que te pasa es que tienes un complejo de inferioridad que no puedes con él y te da miedo que encuentre yo a alguien antes que tú. Aún así, no quise entrar al trapo y le respondía con un “ah jajajaja qué bien”. 

Unos meses más tarde, me escribió para pedirme perdón por cómo se había comportado conmigo durante nuestra relación, diciéndome que ahora lo veía todo más claro, que había sido un capullo y que reconocía que tenía un problema.

Pero lo mejor fue cuando me dijo que se había dado cuenta de todo esto a raíz de haber estado saliendo un par de meses con una chica que conoció POR TINDER.

Al parecer tampoco se sentía a gusto con ella (desconozco los motivos) y tomó la decisión de dejarla para centrarse en él y aprender a gestionar sus movidas. Yo creo que, por mucho que aprenda, la gente así nunca cambia. Así que he optado por apartarle de mi vida totalmente y quedarme con mi querido amigo Tinder, que me da menos dolores de cabeza.

 

LOVELY RITA