ME REGALARON UNA SUPERNOCHE DE HOTEL Y FUE EL PEOR DESASTRE DE MI VIDA. 

Podríamos decir que mi ex no era la mejor persona del mundo haciendo regalos ni sorpresas, sino que es, de lejos, la peor que me he encontrado con mucha diferencia. El cuchillo que me regaló en una de nuestras primeras Navidades así lo avala. 

Mi primer cumpleaños juntos tampoco iba a ser diferente. Me llamó bastante animado para decirme que me arreglase, que iba a ser una noche especial. Pues bien, eso hice. 

Me arreglé, me puse monísima, me pinté como una puerta y después de recogerme……. ME LLEVA A CENAR AL MC-DONALDS… Sí sí, habéis leído bien. Al Mc-Donalds. Yo estaba bastante incrédula, podría decir que incluso shockada, así que no reaccioné y me comí mi hamburguesa en silencio, vestida como si estuviera cenando en un restaurante estrella Michelin. 

Tras salir del Mc-Donalds, justo enfrente había un hotelazo, de esos que preparan noches la mar de románticas y es sabido por todos los habitantes de la zona. Pues bien, veo que mi pareja gira el volante para dirigirse y aparcar en los aparcamientos del hotel. Yo seguía sin entender nada, pero he de reconocer que aquí empecé a sentir algo de ilusión. Pensaba “mira, la cena no se la ha currado pero la noche sí”.

Hacemos el check in y nos dirigimos a la habitación. Al llegar la habitación era monísima: cama redonda gigante en el centro llena de pétalos de rosa, un jacuzzi, ducha con mil chorros, hilo musical… Todo muy romántico a la par que cursi. La noche prometía. 

En ese momento nos tocan la puerta y entra un camarero con la cena… ¡CON LA CENA! El chaval se organizaba tan mal, que me había llevado a cenar y a ponerme hasta el culo de hamburguesa y patatas cuando ya había pagado una cena genial en la habitación del hotel. No me preguntéis por qué lo hizo, porque a día de hoy aún no lo entiendo. 

La cena tenía de todo: marisco, embutido, carnes, etc, etc, etc. E iba acompañada de una botella de cava riquísimo.  Cosas que se quedaron enteras en la mesa y aunque yo intenté picar algo, mi ex, después de dos hamburguesas no tenía hueco para nada. 

Que digo yo… chico, si sabes que tienes una cena y tienes la gran idea de ir antes a otro “restaurante” al menos no te casques dos hamburguesas, no sé… llámame tonta. 

Pero bueno… como no podía ser de otra manera, no todo queda ahí. Como os he dicho teníamos un jacuzzi monísimo. Así que lo preparé con espuma, dos copitas de cava…ya sabéis, intentando aprovecharlo como se merece. A todo esto mi pareja me miraba desde fuera con cara de pocos amigos mientras estaba tumbado en la cama. 

  • ¿No te vas a meter conmigo en el jacuzzi?- Pregunté. 
  • Es que no tengo ganas…
  • ¿En serio? Pues vaya…

Al final se metió, dio un único trago a la copa de cava e intentamos echar un polvo que fue de todo menos disfrutón. 

Acabamos el polvo en la cama y mientras yo me aseaba después de hacerlo, él se quedó dormido. 

Me recuerdo a mí misma saliendo del baño y mirar con pena aquella mesa llena de comida, el jacuzzi que únicamente habíamos usado 5 minutos y la botella de cava llena. Así que me puse una copa de cava y me la tomé mientras miraba el móvil en un sofá precioso que había en la habitación para después meterme a la cama. 

A la mañana siguiente “toc, toc, toc” llaman a la puerta. Abro y era el servicio de habitaciones, traían un desayuno delicioso. Entonces me doy cuenta. ¿Dónde está mi novio? 

Empiezo a llamarlo y tras varias llamadas me responde. Había aprovechado que estábamos en la capital para organizar una reunión de trabajo mientras yo dormía. ¿Perdona? 

Desayuné sola en la habitación mientras esperaba 2h a que él llegase. 

Después de todo eso, aún me reprochó que yo fuera una niña caprichosa y que nunca estuviera contenta con nada. Yo me lo creí. Maravilloso ¿verdad? Era la primera bandera roja de la manipulación emocional a la que me vería sometida años. Pero de todo se sale amigas, y yo ya vuelvo a disfrutar de mis cumpleaños, de los regalos y de las noches de hotel. 

Anónimo.