Mi adicción al cotilleo casi acaba conmigo

 

El mundo de las redes sociales ha abierto una puerta al cotilleo hasta entonces ni soñado por las más cotillas, como yo. Antes te enterabas por el boca a boca de algo que seguramente ni era verdad. Ahora puedes saber qué hacen los demás en el día a día y madre mía, como engancha.

A mí no me pasa con todo el mundo, pero hay un grupo en concreto que siempre me ha obsesionado: las novias o ex de los tíos que me gustaban. Una pija, una hippie, una kinki y una femme fatale me han quitado horas y horas de mi vida, aunque la única culpable soy yo, claro está. No tenían nada que ver entre ellas pero todas me parecían la perfección en mujer. Me encantaba meterme a Instagram a ver qué estaban haciendo, con quién, la ropa que llevaban, el maquillaje que se hacían. Que si «qué delgada está esta, como se lo curra», que si «que pelo más chulo con esas rastas tan largas», que si «cada día una ropa preciosa diferente», que si «qué divertida que es». Conocía a sus amigos y a sus familias. Las veía conseguir sus metas pero no el esfuerzo que había detrás, así que pensaba en lo grandes mujeres que tenían que ser para tener todo eso así de fácil.

 

El mayor problema llegó con la chica con la que me engañaron, la femme fatale. Claramente no la seguía en redes, pero como tenía el perfil abierto podía ver sus historias a través de una página que te permite verlas de forma anónima, así que encima ni siquiera me daba vergüenza porque ella no podía saber de mi obsesión de ninguna manera. Subía 10 o 12 historias todos los días y yo las veía todas y varias veces. Le gustaba subir fotos desnuda tapándose los pezones y con un emoticono en el c***. Fotos de su culo, fotos sugerentes, vídeos sacando la lengua y con esa mirada. Y yo me regodeaba en lo guapa y sexy que era ella y a cuantos años luz estaba de mí. También me fijaba en los sitios en los que estaba a ver si podía estar con mi novio. En los días que no quedaba conmigo, miraba a ver si ella estaba con otras personas o salía en algún lugar sin mostrar su compañía. Cuando solo enseñaba las manos de la otra persona o a alguien a los lejos me fijaba por si podía ser él. A veces coincidía (o no) que subía algún meme, serie o canción que mi pareja me había enseñado en los días atrás y mis paranoias aumentaban. Mi autoestima estaba por los suelos, mi cabeza jugaba en mi contra y yo ya no tenía ánimo de nada. Estaba cansada de tenerla tan presente. Y se cerró el Instagram y dejé de ver.

 

Gracias a eso y a dejar a mi pareja pude salir de esa obsesión, y ojalá nunca más vuelva a verme en esa situación porque si te comparas con alguien que solo ves en las redes, siempre siempre vas a salir perdiendo.

 

Cora C.