Cómo perdí a mi amiga por no ponerme en sus zapatos

Todas tuvimos 18 años. Y todas sentimos que sabíamos de qué iba la vida, y que nuestro sentido de la justicia podía con todo, porque era una verdad absoluta. O al menos quiero pensar que todas pasamos por eso porque así me sentiría menos estúpida.

Con 16 años conocí a una de las personas que más marcaron mi adolescencia y mi transición a la vida adulta. Llamémosla Andrea, por ejemplo. Me llevaba 5 años. La conocí a través de un amigo y tardamos muy poco en hacernos amigas íntimas. Chateábamos todos los días, quedábamos para pasear y éramos las mejores confidentes la una de la otra. Nos apoyábamos en los desamores y nos alegrábamos cuando nos correspondían. O eso creía yo.

El año que Andrea cumplió 24 años, formalizó una relación a distancia con un chico que había conocido en una verbena el verano anterior. Hasta entonces, no mantenían ningún tipo de comunicación diaria, simplemente quedaban de manera esporádica cuando el venía, pero no era nada serio y solo los amigos más cercanos sabíamos de su existencia.

Fue a partir de este momento cuando nuestra amistad cambió. Su relación formal, fue apagando poco a poco la de nuestro grupo de amigos y en especial, la que a mi me dolía, la nuestra.

 Andrea era dos personas diferentes según estuviera conmigo o con su pareja. Cuando salíamos de fiesta bebíamos, fumábamos y nos lo pasábamos bien hablando con otros chicos (sin que hubiera ninguna intención oculta por su parte, no seamos mal pensadas). Comentábamos comportamientos de parejas cercanas a nuestro círculo de amigos, arreglábamos el mundo, hablábamos de antiguos amores, planificábamos vacaciones, etc. 

El problema llegaba cuando él venía algún fin de semana o durante algún periodo vacacional.  Durante estos días, aparecía otra persona. Alguien a quien no le gustaba la fiesta, no bebía alcohol, nunca había fumado (según palabras de ella) y que al parecer, según me enteré algún tiempo después, me criticaba delante de las mismas personas a las que nosotras juzgábamos. 

Que con quien criticas te critica después es una lección que me llevó muchos años aprender, y en la cuál a día de hoy sigo trabajando, pero eso podemos dejarlo para otro post.

Volviendo al tema de mi amiga, y creyéndome yo la mejor persona de aquel entonces, exculpaba sus comportamientos porque podrían ser celos por mi parte. Hasta que me utilizó y me obligó a mentir delante de su pareja.

Una noche de fiesta, de esas que no se podían mencionar cuando su novio volvía a la ciudad, nos encontramos con un exnovio de Andrea y entre ellos hubo algo más que palabras. Vamos, que le dieron a la lengua pero bien. El caso es que ella, muy arrepentida, juró que se lo contaría a su novio.

La sorpresa llegó un día que quedamos en grupo y Andrea trajo a su novio. Una conversación llevó a la otra y se habló de que nos habíamos encontrado con el exnovio de Andrea la noche anterior. Ella, que todavía no había dado la cara, le dijo a su novio que había sido yo la que la había engañado para salir de fiesta y que además yo había invitado a ese chico venir con nosotras. No hace falta decir, que la existencia de alcohol y del beso las pasó por alto. 

Ese día se me rompió un poquito el corazón. Mi amiga me utilizó para tapar una infidelidad, y además lo hizo enfrentándome a su novio y dejándome a mi como la mala. Ese fue el punto final de una relación que nunca pude olvidar, pero que en ese momento no le hacía ningún bien a mi forma de enfrentarme al mundo, siempre con la verdad por delante.

Me hubiera gustado tener con 18 la madurez que tengo ahora, o la paciencia según lo queráis llamar. Porque escribiéndolo ahora me parece una tontería, pero no sabéis cómo me dolió, y cómo de vendida me sentí.

Ahora entiendo el sentimiento de encontrar a tu persona y no querer perderla por nada del mundo. Igual que entiendo el vértigo que implica una relación tan estable como para tirar de agenda y estar segura de que no cometes un error. 

Ahora entiendo que a mi amistad le faltó comunicación. Lo que sigo sin entender, y todavía duele, es que Andrea me fuera desleal a mi, para tapar la deslealtad hacia su pareja.