Hace unos meses subí a instagram este vídeo , y me hice viral.

 

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Oye, que sois todas preciosas #capitanademivuelo

Una publicación compartida de Amalia ♀ (@amaliaaaa_98) el

Desde entonces he recibido miles de mensajes, y miles de comentarios, y si los analizo, me aterran todos.

 

Por un lado me aterra la cantidad de adolescentes y señoros resentidos que habitan las redes. Personas que entran en mi perfil, escriben un “gorda de mierda te vas a morir” (Manolo todos nos vamos a morir, cálmate)  y vuelven a sus vidas. Y no me aterra porque a mí esos comentarios me afecten especialmente. Me aterra porque muchas chicas han leído esos comentarios dirigidos a mí y se han comparado conmigo. Me aterra porque si eso me dicen a mí, qué no le dirán a las chicas con las que comparten aula, espacios laborales y espacios públicos. Me aterra porque si a mí -que navego entre la 40 y la 44 de nuestro amigo Amancio- de “morsa de mierda” no me bajan, qué no le dirán a chicas que están más gordas. Me aterra porque con mucha terapia ya me he encargado yo de que me afecten más bien poco sus movidas, pero no todos los días tengo la misma fuerza mental, y no todas las personas tenemos las mismas herramientas.

 

Por otro lado, me da miedo la cantidad de chicas que me han escrito porque odian sus cuerpos. Me preguntan cómo superé mi TCA, enfermedad que desarrollé, por cierto, teniendo una talla 34 y estando en el conservatorio de danza 30 horas a la semana, a ver si empezamos ya a desvincular “TCA” y “peso”; me aterra porque todas han asumido que es normal no comer, que es normal no quererse; me aterra porque todas asumen que por mucho que les gustaría ser libres, llorar frente al espejo es un calvario que hay que pasar por ser mujer.

Me aterra la cantidad de adolescentes que están solas gritando por ayuda. La cantidad de familias que no se dan cuenta, o que se niegan a llevarlas a terapia porque ellos han asumido también que es perfectamente normal no ponerse un bikini porque los complejos te coman.

Me aterra lo normalizado que está que amigos -sí, amigos- te dejen de hablar por tu físico. Me aterra que la única salida que muchas niñas encuentren sea hablarme a mí, que no soy nadie ni nada, porque nadie más les tiende la mano.

 

Me aterra que celebrities y demás referentes de la adolescencia sigan, en 2019, haciendo dinero a base de promocionar productos adelgazantes. Me aterra que existan las páginas pro-tca y me aterran, aún más, las webs que maquilladas de páginas de nutrición, te recomiendan pasarte una semana a base de piña.

Me aterra que me hayan llamado valiente por subir ese vídeo, y me aterra que a estas alturas de siglo, quererse siga siendo un acto extremadamente revolucionario.

 

Amalia Andrade