Mi hija no es la niña perfecta, es como todos los demás niños, tiene sus cosas. Yo, que la conozco mejor que nadie, soy la primera en alabar sus virtudes, aunque también en ver sus defectos. Y por eso podía decir que mi hija era muchas cosas, pero que nunca fue violenta. Hasta hace bien poco, jamás la había visto levantar la mano o empujar a otro crío ni nada parecido. Se encapricha, se frustra y se enrabieta como cualquier otro, si bien era verdad que su forma de lidiar con ello nunca pasaba por usar la violencia.

Sin embargo, hace un tiempo empezamos a notar comportamientos extraños en ella. De pronto empezó a pegar y empujar, a molestar y chinchar a otros niños en el parque, por ejemplo. Creímos que sería algo esporádico, pero al poco su maestra nos propuso una tutoría para hablar del tema, pues, por lo visto, en el colegio estaba pasando lo mismo. Estaba de lo más tranquila jugando y, de repente, sin venir a cuento, se acercaba a otros y les tiraba los juguetes que estuviesen usando o les rompía las fichas. Y luego se marchaba sin más.

Esa actitud no era nada propia de ella y, como no desparecía, sino que empeoraba, teníamos que hacer algo. Intentamos comprender por qué lo hacía, averiguar si había habido algún cambio en su vida que le hubiese hecho empezar a comportarse así. Ni en casa ni en el cole se nos ocurrió nada. De modo que lo único que podíamos hacer era preguntarle y esperar que la respuesta de una niña de cinco años fuese coherente.

Spoiler: Su respuesta no fue lo que esperábamos.

Resulta que se lo pide su amigo… Que tiene un nuevo amigo que le dice que haga cosas, que se defienda con violencia cuando le hacen algo que no le gusta. Le pide que pegue, empuje y, en definitiva, se porte mal. Que ella ya le ha dicho muchas veces que eso no se hace, y que él le insiste hasta que accede.

¿Quién es ese amigo nuevo? Su padre y yo no lo conocemos porque solo lo ve ella. Porque lo que pasa es que mi hija tiene un amigo imaginario que le hace ser agresiva. Francamente, lo del amigo imaginario era algo que sabía que puede ocurrir. Lo de que le sugiera hacer maldades, me impresionó muy fuerte.

Quizá por eso acudí directamente a un psicólogo que, después de conocer a la niña y de tener un par de sesiones con ella, me ha dicho que no me preocupe y que me relaje. ¿Cómo que no me preocupe? ¿Y si mañana su amigo le dice que le clave las tijeras en la mano a un compañero? Yo así no puedo vivir tranquila. Pero a mi pareja también le ha valido con lo que nos ha dicho. Que es una fase, que tal como vino se irá y que, al menos por el momento, no le demos más importancia. En especial, delante de la niña. Y yo prometo que quiero hacerlo, aunque me cuesta, porque me da miedo. Como decía, no me preocuparía que tuviera un amigo invisible o una docena. Lo que me raya muchísimo es eso de que le diga que haga cosas que sabe que no debe. Y lo que es peor, que le obedezca. Hasta el momento todo han sido tonterías sin importancia, pero ¿y si va a más y peor? Yo decir, no diré nada, pero que voy a estar atenta a su comportamiento las 24 horas del día, eso lo puedo asegurar. Ojalá sea verdad que se irá como vino, y que se vaya cuanto antes.

 

Anónimo

 

Envíanos tus dramamás a [email protected]

 

Imagen destacada