Siempre que un niño no rinde en el colegio o tiene un carácter difícil lo primero que una piensa como madre es: lo más seguro es que subyazca un trastorno de conducta. Muy pocas veces asociamos que puede haber alguna patología fisiológica que incomode al niño hasta el extremo de que esta influya en su carácter y en su comportamiento. Cuando a una le duele algo se nos agria el carácter, nos volvemos quisquillosas y mal habladas a veces. Tampoco rendimos en el trabajo y/o en las tareas cotidianas.

Muchas veces los niños son tan pequeños que son incapaces de verbalizar qué les pasa y en otros casos están tan acostumbrados a tener dolor que tienden a normalizarlo, no obstante, el malestar persiste e influye en su comportamiento.

Niño con suéter rojo enfadado

Cuando tenía ocho años me diagnosticaron con TDAH. Parecía TDAH de libro, cumplía todos y cada uno de los síntomas por lo que sugirieron terapia y medicación. Sin embargo, mi madre no estaba muy convencida del todo por lo que fue y buscó una segunda opinión. Ella es maestra de educación especial, sabía que algo no cuadraba. La segunda psicóloga me preguntó si me habían hecho analíticas para descartar lo fisiológico. Una vez obtuvimos los resultados vimos que mi desajuste hormonal era tremendo, tenía una Hipertiroidismo Basedow Graves de campeonato y un cuadro médico singular por el cuál me tuvieron que transferir a otro hospital localizado en otra provincia donde había médicos más cualificados.

Así fue como empezó y más de veinte años después tengo un cuadro médico mucho más complejo en el cual se unen varias enfermedades autoinmunes. Estas nunca vienen solas, vienen al menos en grupos de tres.

Médica con mascarilla e uniforme mirándote

Lo que me gustaría recalcar es que no solo esa hiperactividad motora era la que impedía que me comportase dentro de los parámetros normales que se esperan de un niño; sino que desde pequeña la fatiga física y el dolor me acompañan; mas, no fue hasta mucho mucho más tarde cuando fui capaz de verbalizarlo porque desconozco la ausencia de dolor. 

Creo que se habla muy poco del dolor físico en la infancia o de la fatiga física, en parte debido a la dificultad que conlleva determinar si el niño o la niña sufren algún tipo de incomodidad física. Como he mencionado antes la mayoría carecen de los recursos lingüísticos necesarios que les permitan expresarse con claridad.

Sería genial trabajar las sensaciones corporales de distinta manera para enseñarles la posible existencia de otros tipos de dolor. La mayoría de los pictogramas reflejan el dolor provocado por un agente externo, por ejemplo, si me pincho el dedo o me lo quemo = me duele. Deberíamos trabajar otros tipo de dolores más allá del dolor de barriga o cabeza.

Animación de niños en prescolar

Por último me gustaría recalcar que es tremendamente difícil para un niño dejar de normalizar una realidad a la que ha estado impuesto desde que tiene uso de razón. Por ejemplo, en mi caso pensaba que el entumecimiento y el hormigueo de mis extremidades era normal (entre otras muchas cosas) ya que no recuerdo un momento de mi vida en el que no lo tuviera. Estaba normalizando mi neuropatía periférica. 

Mi consejo es que si ves que tu nene o nena puede tener un trastorno de conducta primero se descarte cualquier tipo de patología fisiológica.