Tengo un problema con mi familia; le regalan demasiadas cosas a mi hijo en Navidad. Y muchos diréis “¡Oh, qué problemón! A tu hijo lo quieren tanto que lo llenan de regalos”. Lo sé, es un problema de primer mundo, pero un problema para nosotros como padres, al fin y al cabo.

¿Habéis oído hablar alguna vez del síndrome del niño hiperregalado? Reciben tantos regalos que al final no los valoran, solo tienen el deseo de recibir más y más. De primeras, la mayoría de los niños se sienten super felices ante tal cantidad de juguetes, pero después, pueden llegar a agobiarse porque no les da tiempo a jugar con todo o no saben por donde empezar.

Esto se acentúa en su cumpleaños o en fechas como las que vienen ahora. La llegada de Papá Noel y de los Reyes magos puede ser abrumadora para algunos niños. Pero ¿se puede evitar que los niños reciban tantas cosas en Navidad? En mi caso no.

Mi hijo, durante 4 años, ha sido el único nieto y sobrino. Acabo de ser madre por segunda vez, pero el pequeño sólo tiene 3 meses, así que mi hijo mayor de momento esta año sigue acaparando toda la atención. Mis padres y mi hermano se disputan el puesto del más querido por el niño a base de regalos. Diles tú que no le compran muchas cosas en Navidad, o que le compren cosas útiles que necesite el niño, como ropa o cosas para el cole, que se ríen en tu cara.

Ya el año pasado intenté cortar esta locura, les dije que sólo le regalaran uno de los dos días, que eligieran entre Papá Noel o Reyes, pues eso, que se cachondearon de mí. Mi madre me dijo, toda llena de razones, que para un nieto que tiene no se va a cortar y que le va a gastar el dinero que le de la gana. Que, si su nieto quiere cuatro regalos, pues ella le comprar cinco, uno extra. Así que me lo dijo.

Mi hermano, ídem de ídem. Adulto con un buen trabajo, sin hijos ni responsabilidades, enamorado completamente de su único sobrino, pues le compra lo que al niño se le antoje.

Y luego estamos los padres, que no todo va a ser culpa de los abuelos y demás familia. Muchas veces intentamos compensar el tiempo que no pasamos con nuestros hijos, debido casi siempre a nuestras extensas jornadas laborales, con regalos. Creemos que es la única manera que tenemos de demostrarles nuestro amor.

Y en otros casos, que por suerte tenemos más tiempo para dedicar a nuestros hijos porque contamos con mejores horarios laborales que otros padres, intentamos que tengan todo lo que nosotros no tuvimos de pequeños. Que yo todos los años pedía un scalextric para Reyes y jamás me lo trajeron, pues a mi hijo le compro dos. O cómo no le vas a regalar todas las cosas que ha pedido en la carta si yo de niño pedía tres cosas y me traían una… Son nuestros traumitas de la infancia, que ahí están también, aunque intentemos luchar contra ellos.

Mi marido y yo intentamos no volvernos locos a la hora de comprar los regalos de Navidad, pero es imposible, te dejas llevar por el consumismo… ¿Cómo no vas a aprovechar las ofertas del Black Friday, el 3×2 o el te regalamos el 40% de lo que gastes en juguetes en un vale para comida? Las grandes superficies nos han ganado la partida.

También actúan la presión social y las comparaciones. Mi hijo no va a ser menos que el del vecino. Al final, sin darnos cuenta, estamos creando niños caprichosos, consumistas y con muy baja tolerancia a la frustración. Pero es tan complicado atajar esto en la sociedad en la que vivimos, que lo único que podemos hacer es dejarnos llevar y rezar para que los abuelos no le compren a tus hijos cacharros demasiado grandes o demasiado ruidoso.