Me gustaría poder contar mi historia, quizás para alguien sea interesante, o simplemente una distracción en tiempos de cuarentena…
Mi nombre es Manal, tengo 37 otoños y soy ex obesa mórbida, ahora solo soy gorda.
Cuando me refiero a obesa, me refiero a alguien que era gorda con todas sus letras, en mayúscula y en neón. Y aunque después de mucho trabajo aprendí a quererme tal como era y que esa obesidad no me impedía tener una vida plena y feliz, llegó el punto en que realmente me afectaba a mi salud. No era una gorda sana, y mi vida ya corría peligro, por lo que tras años de dietas, decidí realizarme una reducción de estómago.
Y aquí es donde comienza mi lucha, tras años de sufrir gordofobia de todos los colores y formas, nunca olvidaré la gordofobia sufrida mi primer día de gym. Ese día que iba vestida como buenamente podía, me sentí una mierda. Llevaba solo un mes operada y aún pesaba mis 150 buenos kilos, en el gimnasio lejos de recibir el apoyo de mi entrenador, recibí solo risas y desprecio…. Me fui al baño a llorar y al rato con toda mi cabezonería volví a sala, día tras día, y en el camino iba dejando kilos y mis pieles se hacían cada vez más visibles. La piel de mis brazos podía abanicarme según hacía ejercicio y en aqua gym mis pechos me abofeteaban la cara con cada salto.
Mi cuerpo se había derretido, toda yo era piel, hasta el punto que mi zona íntima se me escapaba de las bragas.
Después de someterme a una mutilación de estómago y todo el esfuerzo que estaba haciendo para dejar de ser obesa, me veía al espejo y lloraba de pena, ahora ya no era obesa, ahora era algo ‘mucho peor’. La piel me dolía, y no solo físicamente, el mayor dolor era en el alma.
Así que cuando la desesperación me pudo, decidí realizarme cirugías reparadoras para quitarme esa piel. Mi cuerpo quedó tan mal que en la abdominoplastia me retiraron 7 kilos de piel y mi pecho tuvo que ser extirpado, pues nada se podía hacer para salvarlo. Han sido meses duros, mucho, pero estoy orgullosa del camino recorrido, tanto es así, que decidí mostrar mi realidad y dar visibilidad a las secuelas de la pérdida masiva de peso, mostrando fotos mías desnuda y tal como he quedado. Pues aun con las reparadoras no he quedado bien, mi cuerpo jamás sera normativo, ni bonito, ni siquiera soy delgada, soy gorda, no obesa, pero sí gorda y a mucha honra.
Y esta soy yo, una mujer que tras haber perdido más de 80 kilos aún está en construcción, pero la que ha aprendido a amarse y sobre todo a valorarse.
