Todos tenemos varios tipos de grupos de amigos. Están ese grupo de chicas con las que siempre poder ir de compras, el grupo de frikis con los que jugar a juegos de mesa, las parejas con las que salir a cenar, el grupo de las mamis con las que compartir experiencias de los niños… y luego está mi grupo favorito: el de los amigos con los que hablar de todo. Y cuando digo de todo es DE TODO. Hemos llegado a hablar de temas metafísicos y filosóficos hasta de tonterías y gilipolleces. Pues bien, gracias a este grupo descubrí que mi novio prefiere comerse un bocadillo a acostarse conmigo.

No es que sea literalmente así pero en mi cabeza sonó un EXCUSSE MEEEE????… bueno no, en mi cabeza solo no, creo que lo grité ante todos jajaja. Todo empezó porque nos pusimos a hablar del “¿qué preferirías?”. No sé si lo habéis jugado, son preguntas super absurdas que incluso pueden derivar en mongolidades pero que tienen su entretenimiento y, como os comento, después de hablar de temas importantes sobre la sociedad, el yo, el ahora, el ser y el existir de la vida, la conversación con nuestros amigos derivó en algo mejor.

Salieron preguntas tipo “¿qué preferirías, no dormir nunca pero beber lo que quisieras sin que te de algo o no beber nunca jamás pero poder volar?”, (como ya os he dicho, cosas absurdas). Hay algunas que te tomas tu tiempo para pensar, no todas son fáciles y si quieres responder en serio, piensas dedicadamente en cada punto para responder sinceramente. Aunque otras al parecer, se responden automáticamente… ¿Qué preferirías, comerte el bocadillo más rico del mundo o tener el mejor sexo con tu pareja?”, EL BOCADILLO, respondió el gilimongolo de mi marido rápida y ágilmente….

Por supuesto todos se rieron y le soltaron bromas en plan “te va a matar”. Mi marido me miró y me dijo “mi amor, tú sabes que yo te quiero mucho pero ya tengo el mejor sexo del mundo contigo, ahora solo me falta el bocadillo”. Y de esa forma escurrió el bulto el muy imbécil… La verdad es que tuvo su gracia, me lo tomé como broma y nos lo pasamos muy bien. Y la verdad, del sexo no me puedo quejar, soy buena, mi marido también y nos compenetramos a la perfección, así que sí, quizá dijo la verdad y se libró como un profesional. Aunque la próxima vez quedaremos con el grupo de amigos de juegos de mesa… Solo por si acaso, no quiero llevarme más sorpresas.

 

Anónimo

 

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