Creo que el título lo dice todo así que puedo ahorrarme describir el contexto en el que sucedió, quién era o como le conocí. Solo diré que las anteriores veces que me lo habían propuesto siempre me había negado por miedo. Pero MUCHO miedo.

Así resumido diré que fue con alguien con quien ya había muy buen rollo en la cama y fuera de ella y sabía que podía pararle los pies en cualquier momento. Me iba a escuchar. Además, estábamos en mi casa así que en cualquiera de los casos era mi zona de confort. Y bueno, la verdad es que estaba tan pero TAN cachonda que hubiera dicho que si a cualquier cosa mientras no pusiera en peligro mi integridad física o mental. Para qué nos vamos a engañar, ¿no?

La confianza, la comunicación y la seguridad son la clave. ¡Y la excitación y estimulación claro! Pero dejad que os presente a los otros dos protagonistas importantes en esta historia: Don Lubricante y Don vibrador.

Y una duchita antes. Eso siempre. Dicho esto vamos al lío.

Con él no era un aquí te pillo aquí te mato, siempre teníamos buenas sesiones de sexo y antes de pasar al siguiente nivel ya me había corrido dos veces así que aprovechando el nivel de feromonas empezó por comerme. De arriba a abajo. Todita entera. La sensación que te coman el culo por primera vez es rara de cojones pero eh, sin queja ninguna. Unos gemidos después y pasado un buen rato entró el lubricante en acción y un dedo, luego dos, luego el vibrador (Aclaración: No es un armatoste de 20 centímetros. Es el más pequeño que tenían en la tienda). Cuando ya iba todo sobre seguro y estaba cómoda pasó él a la acción. No olvidemos los besos, las caricias y los achuchones. Las miradas. La conexión.

Ahí fue cuando pude sentir ese puntito de dolor que suele aparecer. Y le dije que no, que no, que parara. Pero al ir a moverse para atrás llegó una ola de placer a mi cuerpo que no había sentido en mi putísima vida. Le agarré fuerte con las piernas y así seguimos hasta el final, pimpam pimpam. Os juro que un orgasmo por sexo anal NO TIENE NADA QUE VER con uno vaginal o clitoriano. Nada. Y mucho menos si eres lista y piensas en combinar las tres cosas a la vez. Que nos faltaban manos, vaya.

El primer día acabé a los pocos minutos y chorreando. Tanta sensación nueva me abrumó y caí en la cama temblando, incrédula, temblando y con espasmos y escalofríos recorriendo mi cuerpo de cabeza a los pies. ¡Cuán idiota había sido al no proponérmelo antes! ¡Cuántos años de frustración sexual me habría ahorrado! ¡Se me nubló la vista y todo!

Son niveles de placer que única y exclusivamente aparecen así, y acaba por ser tan adictivo que luego era yo la que se lo pedía a él. Un día hasta fue él quien me lo pidió: Apareció con un arnés y un consolador, dispuesto a intercambiar los roles. Pero eso ya es otra historia.

 

Moreiona