Bueno chicas hoy os vengo a contar cómo un día de lectura “erótico festiva” acabó en una nueva experiencia sexual, sorprendente y diferente donde las haya.

Pues bien, estaba yo absorta con mi ebook leyendo una de esas novelas que tan de moda se han puesto últimamente, y ahí andaba yo metida cuando en  uno de los capítulos apareció eso que llamó tanto mi atención, la “joya anal”.

Para las que sois novatas como era yo en ese momento, os explicaré en que cosiste el susodicho objeto.

De primeras la palabra “joya” puede suscitar muchas dudas, y no es para menos, ¿será un anillo para el ojete? ¿Una cadenita que cuelgue a lo péndulo de reloj antiguo? Pues gracias a dios poco tenía que ver con mis primeras ideas.

La joya anal no es ni más ni menos que un dilatador. Su forma es como la de una bellota de la cual sale una pequeña barra de metal que la une a un brillante, osea, se te queda el pompis a tope de brilli brilli cual Swarovski.

Joya anal aluminio

El ligue que tenía por ese momento era muy de probar cosas nuevas y se apuntaba a todo, por lo que me decidí a comprarla.

Me vestí y puse rumbo a un sex shop donde pudiera encontrar la joya de la corona (nunca mejor dicho). Cuando entré me dirigí a la dependienta y le pregunté directamente por ellas. Mejor preguntar, que andar buscando por toda la tienda oye.

La chica muy amable me guió a una vitrina donde tenían expuestos los distintos tipos de joyas, yo que pensaba que esto no tendría mayor complicación, resulto que sí.

Primero, me preguntó si la quería lisa o estriada, ya que algunas vienen con relieve para estimular más la zona.

Segundo, el material, ya que existen las de silicona de grado medio que son del material de los vibradores (muy suave por cierto) o las de aluminio quirúrgico totalmente hipoalergénicas y muy brillantes.

Joya anal de silicona

El tema del material también era importante, porque en función de una joya u otra podría usarlo con un lubricante o con otro.

Para las joyas de silicona solo podía usar lubricantes de base de agua pero con una densidad más específica, existía también la posibilidad de que tuviera dilatador para favorecer la penetración.

O por el contrario, si elegía la de aluminio, podía usar el de agua y el de silicona, estos últimos son los ideales para el sexo anal porque no se secan nunca, también cuentan con relajante o sin el y son los más hidratantes y más recomendados para el sexo anal.

Tercero, qué acabado quería que tuviera la joya, porque resulta que esto también es importante, yo quería la que tuviera el brillantito y ya está, pero resulta que existen  diferentes formas, colores y añadidos.

Entre ellos estaba la cola de zorro, la de conejo, una con pompones de colores fluorescentes (súper discretas), y las que tenían la joya, que podías elegir si la querías con forma de corazón o simplemente redonda.

Cuarto, el tamaño que quería que tuviera, porque no todas son igual de grandes. Si lo que quieres es dilatar un poquito y llevarla puesta mientras haces una doble penetración tu tamaño será el pequeño o el mediano.

Pero si tu idea es pasar al pene después, lo mejor era una un poco más grande, porque si no ibas a dilatar poco. Había incluso kits de joyas anales donde te venían 3 distintos tamaños de menor a mayor para que tú misma empezaras por la pequeña y luego ir subiendo progresivamente.

 

Y ahí me encontraba yo con toda esa información, debatiéndome entre cuál escoger y cuál no. Como tenía dudas decidí llevarme una joya mediana para ver si me hacía bien a ella y luego ya veríamos y de aluminio para poder usar el lubricante de silicona.

pasos-hacer-69

Nada más salir de la tienda, ya tenía un mensaje del chico en cuestión que estaba ansioso para ver la sorpresa que le llevaba, ya que le había dejado caer algo pero no le había revelado mucho detalle.

Una vez que estaba en su casa y le enseñé  nuestra “joyita” casi se les salen los ojos de la emoción y le faltó dar palmas con las orejas.

Nos pusimos al lío y cuando ya me tenía a punto de caramelo me puso a cuatro patas, dispuestos a probar la joya del amor. Le indico que la lubrique y que poco a poco me la vaya introduciendo. La verdad que como ese material es tan suave y ese lubricante resbala tanto no costó mucho que la joyita se colara en lo más profundo de mí.

¡Consejo que os doy! Ya que es un detallito en el que yo no caí. El aluminio como buen metal que es, suele estar frío de cojones, y más yo, que lo traía derechito de la calle. Me di cuenta que estaba demasiado frío cuando entró en contacto con mis calores internos.

Por lo que si no queréis que os pase, meterlo antes en un cuenco con agua tibia para que coja temperatura, y la sensación no sea tan fría de primeras.

Pues bien, ahí estaba yo con mi culete como la bandera de Japón pero a lo Hello Kitty y para qué engañarnos, más cachonda que nada. Siguió masajeando mi clítoris mientras introducía su pene en mi vagina, y ¡oh cielos! Todo junto, gloria.

La sensación de una doble penetración me encantó, además la joya al no tener un tamaño muy grande no me molestó en ningún momento, y él con todo ese espectáculo a su vista más cachondo no se pudo poner.

Ahora estamos pendientes de probar un tamaño un poco más grande, dilatando primero siempre con esta y luego con el siguiente nivel, para poder pasar al pene sin ningún problema, os seguiré informando….

 

Anónimo

 

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