Citando nuevamente el título, mi vida sexual es como España en Eurovisión y os voy a explicar por qué con pelos y señales.
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La elección del candidato
Un grupo de gente se pelea por el trono en La Academia de OT, que en mi caso es un bar. Algunos cantan mejor y otros tienen más carisma, pero yo me voy con el graciosillo. Me sonríen y se me hace el chirri agua, así que palante’ como los de Alicante, o en el caso de Miki, como los de Tarrasa.
Se lo digo a mis amiguis y votan. Cinco dicen que sí, que parece decente. Una dice que no, que si ella no folla no folla nadie. Dos abstenciones. Me fío de la mayoría.
Me dirijo a la barra y empezamos a hablar.
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La preparación previa
Entre jijis y jajas acabamos enrollándonos y la cosa parece guay. Joder, este tío es muy animado, seguro que me da caña de la buena y un par de orgasmos. Besa guay y todo promete.
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El clamor del público
Mientras nos damos el filetazo en el rincón más oscuro del bar mis amigas empiezan a cantar “vamos Ana, sal a bailar, que tú lo haces fenomenal, tu cuerpo se mueve como una palmera, suave, suave, su-su-suave”.
Están expectantes y empiezan a hacerme señales por detrás. Me hacen gestos de folleteo y fotos. Son unas cabronas, lo están dando todo. Creen que voy a echar un polvazo, que voy a ganar, que me van a dar 12 orgasmos… ¡OJALÁ!
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El momento de la actuación
Nos vamos a su casa. No sé por qué pero nunca se celebra la fiesta en España… Uy, quería decir en mi casa.
Entramos por la puerta y sus compañeros están flipando fino y filipino. En la habitación pasa lo de siempre, que me entusiasmo y me genero unas expectativas de la virgen, pero no.
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Las votaciones
Mucho ruido, pero pocas nueces. El chico me come un poco la parrusa para que esté mojada y empieza el mete-saca. Se corre y fin, para mi casa. Esos 12 orgasmos que anticipaba en el bar son 1 y doy gracias.