MIS COMPAÑEROS SE LIAN EN UNA JUERGA Y EL LUNES NO SE HABLA NADIE

 

Todo el mundo sabe que las comidas o cenas de empresa son momentos de la vida donde los compañeros se transforman. Esto tiene que tener alguna explicación psicológica seguro.

 Está la persona que de normal en su vida no bebe y ese día lo da todo, la que sale poco y le faltan horas para hacer lo que no ha hecho desde la última cena, la que suspira por su compañero o compañera de mesa desde que lo contrataron y con tres copas se tira al ruedo a ver qué pasa. El mando superior que se cree la persona más atractiva del mundo, por la erótica del poder y busca dejarse querer y mil ejemplos más de las cosas que pasan en las cenas de empresa, donde parece que todo vale. Incluso en esas fechas si no vas buscando plan, es mejor quedarse en casa, porque vas tranquilamente un viernes con amigos a cenar y te puedes encontrar cualquier desmadre.

 

Pues lo de mi empresa de este verano, salta todas todas las expectativas vistas hasta ahora. El viernes 4 de agosto, aprovechando la cena de empresa, uno de los directores generales se jubila, no voy a decir el nombre de la empresa, pero gran aseguradora de la zona de levante. No sé si el influjo del mar, ya que el restaurante estaba encima de una cala, el cuarto creciente de la luna o la barra libre pagada por el director general, propiciaron el marco perfecto para todo lo que ocurrió después.

 

Durante la cena, bebida, comida en abundancia, discursos, regalos, bromas y demás y el nivel fue en aumento. Ni hablar del nivel de falsedad que aparece proporcionalmente al nivel de alcohol. Personas que te ven diez veces al día y no son capaces ni de saludar, pero que fíjate se saben hasta tu nombre y los abrazos son como los que se dan después de una boda.

 Pues termina la cena y ya había gente perjudicada, bajamos a la planta de abajo donde tenemos una planta reservada para nosotros solos, entre compañeros de la zona de levante y directivos de otras zonas de España, podríamos ser cerca de 80 personas. La mala fama que hemos tenido siempre los comerciales, creo que ha salido de una cena de empresa.

 

 La música acompañaba, después de Desesperados de Raw y Delicuante de Anuel parecía que se hubiera preparado el campo de batalla, como si se fueran a rodar el juego de las llaves. El nivel era experto, yo pensaba que tampoco habíamos bebido tanto en la cena, pero puede que entraran en juego otros componentes, porque no era normal la desinhibición de algunas personas. Había rinconeras con unos sofás de terciopelo verde donde se veían manos y piernas moverse sin parar, rincones con poca luz, donde “parejas” entraban y salían. Lo de los baños, para más discretos era un no parar.

 

 En un momento dado, algún mal entendido propinó una batalla de puñetazos entre varios teleoperadores con unos revisores. Pero hasta los de prácticas formaron parte activa de la noche. Dos compañeras y yo aún con varias copas, nos quedó aguante para hacer varios recortes, con más cintura que Mesi y alguna cobra para evitar algún personaje que buscaba tema. Así hasta las siete de la mañana, donde ya todo el mundo sin corbatas, las mujeres con cara de panda, algunas vomitonas por el paseo y varias hamacas utilizadas en la playa, el sol de la mañana rompió el hechizo.

El lunes mis chicas y yo, llegamos como veinte minutos antes a la empresa, para ver el desfile de los compañeros, no sé si este aún fue mejor espectáculo que el del sábado. Todo el mundo mirado el suelo, miradas huidizas, se podía cortar el ambiente tan tenso que se respiraba, todo el mundo centrado en su trabajo, ni un corrillo por las zonas comunes. Sólo resaltaban los de prácticas, no sé si por juventud o porque tenían información privilegiada pasaron ese lunes tan animado como el nuestro. En fin, si sabes que el lunes te vas a volver a ver la cara, cuidado con lo que haces en la cena de empresa.

 

Tiara