Momentos “tierra trágame” que han hecho más divertida mi vida sexual 

El sexo, además de placentero, también puede ser divertido. Y con divertido estoy pensando en empezar echando un polvo de toda la vida y que, sin comerlo ni beberlo, pase algo no sexual con lo que, inevitablemente, te acabas riendo. Son esas típicas situaciones que, en el mismo momento en que ocurren, te dan cierta vergüenza y pides por favor que te trague la tierra, pero luego incluso aportan chispa al sexo. Voy a compartir aquí algunas situaciones vividas con mi compañero sexual, a ver si alguna se pone de buen humor al leerme, que falta nos hace con la que está cayendo: 

Pared blanca, manos negras 

Siempre fui “antiblanco” para las casas. Desde hace muchos años, deseaba a toda costa una casa de colores. Pero como la vida es así de puñetera, la vida me regaló la casa más blanca del barrio. Todas las paredes son blancas, blanquísimas. Aunque soy una mujer adulta, mi madre no ve muy bien que meta a compañeros sexuales en casa sin que ella los conozca y reconozca. Pero claro, yo, como mujer adulta, tomo mis propias decisiones. Y decidí meter a mi compañero sexual en casa, aprovechando su ausencia. La cosa debía ser discreta, sin dejar mucho rastro ni hacer mucho ruido. Total, llegó y nos fuimos directos al lío. Al acabar, me quedo mirando mi blanca e impoluta pared junto a la cama. Una manaza negra, bien marcada y bien hermosa. La conversación fue algo así: 

  • Compañero, mira ahí arriba… 

(Ojos como platos) 

  • ¿¿ESO LO HE HECHO YO?? 
  • Si te parece, estando tú arriba y yo abajo, voy a dejar yo una mano a esa altura… 
  • ¡¡TOALLITAS!! ¿¿DÓNDE ESTÁN LAS TOALLITAS?? 

Compañero, frenético limpiando la pared. Servidora, tirada en la cama muerta de la risa. La mano consiguió ser borrada. Quedaron otras manchas por ahí, pero esas se podían disimular. Luego vino la preocupación por una posible infección de orina porque el compañero me había hecho de todo con las manos sin lavar. Por suerte, todo acabó muy correctamente. 

¿Qué es esto? 

¿Sabéis la típica costumbre de los niños de descubrir el mundo tocando todo? Pues mi compañero debe ser un niño en un cuerpo de adulto, porque hace lo mismo. Nos dio un calentón en un sitio poco práctico para el sexo, como viene a ser un centro comercial. Aprovechando que voy en silla de ruedas, fingimos ir al baño adaptado. Como se entiende que puedes necesitar ayuda, nadie te dice nada si entras con alguien. Total, no hicimos gran cosa porque no era lugar, pero algo hicimos. Conforme acabamos, a él le llamó mucho la atención un cacharrito con un hilito en la pared. Poco a poco, vi que no se aguantaba las ganas de estirar el hilito. No me había dado tiempo a temerme lo peor cuando empezó a sonar un pitido. El dichoso hilito era un sistema de alarma, por si te caes al suelo, que desde fuera lo sepan y entren a socorrerte. Adiós a todo atisbo de discreción. Corre que te corre, recogiendo trastos y saliendo por la puerta. Y al salir, dos de seguridad. Las caras de buenos chicos fueron dignas de un Oscar. 

Matanza de Texas 

Aunque mi compañero no se pone quisquilloso con la depilación (o la ausencia de ella), me gusta quitarme la mayor cantidad de vello cuando vamos a hacerlo. Un día, habíamos quedado y no había tenido tiempo suficiente para depilarme. Fui por la vía rápida y me rasuré con cuchilla. Bueno, vía rápida… Vía rápida hasta que, por tener la piel muy seca, empecé a hacerme cortecitos y a sangrar… Conseguí parar las hemorragias a tiempo. O eso creía yo. Bueno, una vez más, lo hicimos y fue, al acabar, cuando él se quedó ojiplático. 

  • ¿¿¿Pero se puede saber qué te ha pasado???

Cuando me miré, toda la pierna con un chorro de sangre seca. No me había dado cuenta, había seguido sangrando y había acabado con la pierna manchada de una forma escandalosa. Tuve que explicarle que era menos de lo que parecía y que solamente había querido rasurarme, no arrancarme la piel a tiras. Pero desde ese día, cada vez que me rasuro, le aviso, no sea que me vea sangrar y le dé un pasmo al pobre…

 

Mia Shekmet