Motivos por los que dejé de asistir a cumpleaños infantiles

 

No os digo hasta dónde estoy de los cumpleaños infantiles porque sería demasiado vulgar, pero seguro que te haces una idea. Y es posible que te hagas la idea porque tú estás hasta el mismo sitio. Hemos dejado las fiestas en casa con sándwiches de Nocilla por pequeñas minibodas con trono.

Mi hija empezó infantil el curso pasado y, desde el primer día de clase, empezamos a recibir invitaciones a cumpleaños. Al principio, la novedad te anima a aceptar. Crees que será positivo para que la niña socialice y se divierta; además, es una ocasión para conocer a los padres más allá de la puerta del colegio. Los primeros cumpleaños no sabes qué regalar ni qué presupuesto invertir en ese regalo. Te das cuenta de que cualquier juguete “normalito” no baja de 30 euros y pasas por el aro. Al cuarto cumpleaños en dos meses, los 30 euros pican y empiezas a bajar el nivel: un cuento y un pijama de Alcampo. A final de curso, aunque ya no te apetece ir a ningún parque de bolas más, te sabe mal haber ido al cumpleaños de Fulanita, pero no al de Menganito. Encima, llega el cumpleaños de tu hija y ella también quiere su fiesta: se ha pasado el año académico yendo a los eventos de los demás y le hace ilusión tener el suyo propio. Cedes, cedes y vuelves a ceder. Hasta que, como yo, te plantas y… ni uno más.

Con el comienzo del nuevo curso, ya nos han llegado las primeras invitaciones y yo he dado mis primeras negativas. “No, lo siento, este año no vamos a ir a más fiestas de cumpleaños”. Las reacciones por parte de los padres y madres son muy negativas: “¿Pero qué dices? ¿Cómo no vas a venir? ¡Vas a discriminar a tu hija!”, “Hay que ser rancia”, “¡Es lo que toca!”. Harta de las críticas, he redactado una lista de motivos por los que he dejado de asistir a cumpleaños infantiles.

La cuestión económica

Es una obviedad. Aunque haya rebajado el presupuesto a 10/15 euros por cumpleaños, sumas y sumas uno detrás de otro y se convierte en un montoncito significado. Un impuesto revolucionario. Además, ese día los niños están tan sobrestimulados y reciben tantas cosas que no lo valoran. Te has dejado pasta para que se pierda entre otros y ni te lo agradezcan.

La constante rivalidad

Si la de septiembre ha hecho el cumpleaños en un parque de bolas, la de octubre replica el parque de bolas y suma un pintacaras. La que lo celebra en junio tiene la presión de no ser “una cutre” y montarse un fiestón con Luli Pampin como estrella invitada. “Mi hijo lo pasó mejor en la fiesta de Fulanita”, “En el cumpleaños de Menganito vino Chase de ‘La patrulla canina’ y un mago hizo aparecer la tarta”. La gente compara, sin tener en cuenta que no todas las familias tienen el mismo poder adquisitivo y no pasa nada.

La presión del compromiso

Acabo de anunciar que dejo los cumpleaños infantiles en el grupo del colegio y ya he recibido una avalancha de mensajes privados con la pregunta: “Bueno, pero vendrás al de XXX [insertar aquí nombre de alumno/a”. ¡No! ¡A ninguno! ¿Y por qué? Porque si vas a uno, tienes que ir a todos. “Fuiste al de Fulanita, ¿por qué no vienes al de Menganito?”. Luego está que, si a ti te han invitado y tú decides celebrar, tienes que invitar. Es una norma no escrita que, de no cumplirla, resultas mal vista.

Un día de fiesta por una semana en cama

Los parques de bolas suelen estar mal ventilados y el aire está ahí denso y cargado de virus. Los menús están basados en patatas fritas y caramelos y los cambios de sala, de la discoteca a la sala de regalos, implican cambios de temperatura severos. Yo no sé, pero mi hija siempre que va a un cumpleaños acaba enferma. Cuando no es el estómago, es la piel o los pulmones. No es una niña enfermiza, el resto del año está bien, solo se enferma en los cumpleaños. Pues mira, al carajo.

Los cumpleaños masificados

Después de haber celebrado un cumpleaños “a lo grande” y de invertir un dinero para sentir que no he estado con mi hija el día de su cumpleaños, en casa hemos considerado la opción de fiestas caseras con la familia y, si mi hija gusta, un par de amigos a los que podamos atender de manera personalizada. Con sándwiches de Nocilla y partidas de parchís.

¿Y a ti? ¿Te gustan los cumpleaños infantiles? ¿Has tenido alguna experiencia negativa?