Sí, habéis leído bien. Netflix ha decidido que lo que el mundo necesita es otra adaptación de “Tres metros sobre el cielo”, el libro de Federico Moccia que nos hizo vomitar mariposas y arcoíris a todas las pre-adolescentes de España. Esta vez vendrá en forma de serie y no, no la protagonizará el buen Mario Casas sin camiseta diciendo cosas sin sentido con tono calorro.

Y yo me pregunto: ¿De verdad es esto necesario?

NO.

Por si no os acordabais, aquí os hago un resumen de la película: Chica bien y chico malote se conocen. Él se porta como un gilipollas integral con un problema de control de la ira que ni mi madre después de pisarle lo fregao. Ella, niña bien, se puto pilla por él, incluso cuando le obliga a hacer cosas estupendas como quitarse la ropa para subirse a su moto. Carreras ilegales de motos, peleas a cascoporro, chantaje a una profesora para aprobar… Una relación sanísima y maravillosa, vaya. Lo único bueno es que al final lo dejan.

 

Muchas de nosotras, con catorce años, nos leímos los libros y nos vimos las películas soñando con tener un H de Héroe en nuestra vida. Nos poníamos tontorronas pensando en que alguien nos escribiera en un puente “Tú y yo a tres metros sobre el cielo”. Pensábamos que tener un novio así era la cúspide del romanticismo y la felicidad.

Pero no es cierto, así que basta ya.

 

Basta de perpetuar y darle espacio a un modelo de relación tan tóxico como ese. No está bien que chavalillas de catorce años sigan pensando que si un tío es un capullo “puede cambiar por ella”. Que un gesto “romántico” y excesivo puede compensar una falta de respeto impresionante. Que es legítimo que un tío le haga daño si lo hace bajo el pretexto de que “la quiere mucho y lo había hecho por ella”. Eso debilita, engaña y contamina. Una relación no debe ser un drama constante, con gritos, insultos y miedo. Una relación sana da seguridad y paz, y quien diga lo contrario es que nunca ha tenido una.

Así que, Mr. Netflix, si me lee, por favor, deje esta serie de lado. Céntrese en algo que aparte de tener chumineo y vidilla, tenga también un trasfondo diferente. Nos enseñe algo. Muchas mujeres como yo, que han tenido que desaprender esta idea de amor por la fuerza, le agradeceríamos que no le hiciera lo mismo a las próximas generaciones.

Gracias de antebrazo.