“Spinning out”, una de las series con la que Netflix inaugura este esperanzador 2020 , es una producción engañosa, voy a ser sincera.  Empiezas a verla sabiendo que es un drama de aquellos en los que a la pobre protagonista le pasan todas las cosas malas del mundo hasta que un hecho al estilo Mr Wonderful-que ya puede ser el poder del amor, de la familia, del amor propio o de cumplir su sueño- soluciona todos sus problemas. De esos que te pones  un viernes que no quieres pensar mucho, haciendo algo de deporte por desconectar o en la peor de las resacas para intentar darle a tu cuerpo serrano un poco de descanso y tranquilidad. Pero, sin proponérselo, acaba por convencer y te hace quedarte hasta el final. 

Spinning out narra la historia de Kate Baker, patinadora artística frustrada que padece de trastorno de bipolaridad.  Y, aunque, si bien es cierto que promete ser una serie basada en los entresijos de un deporte de élite, este se reduce a ser un mero escenario. Pero, no nos engañemos, un escenario precioso de pistas de hielo, vestidos brillantes que bailan solos al ritmo de los más bonitos y difíciles movimientos sobre patines de ruedas. Y es que, a mi, particularmente, que me da envidia la gente que es capaz de andar como si de deportivas se tratase sobre un par de tacones (dada mi torpeza intrínseca y el olvido del ente que me creó de darme un poquito de elegancia) ver coreografías impresionantes en una pista de hielo me pone los pelos de punta. 

Más allá de esto, y del resto de crítica a la trama argumental que podéis leer en otros espacios, quiero contaros el principal efecto que ha producido en mí y por la que la recomiendo ver, a pesar de no ser una “gran” serie, con todo el significado de la palabra. Y este efecto al que me refiero  es el de empatizar con las personas(muy necesario en este mundo de intolerantes) y sus diferentes problemas, que pueden ser consecuencia tanto del peso del pasado como de la presión del presente o la obsesión por un determinado futuro. 

Como bien clama el título del post y a modo de ejemplo, ¿cuánto daño puede hacer a una persona con bipolaridad, que no es consciente de los episodios maniáticos que tiene porque la mente se separa de su cuerpo, que le digas “estas loca”? Muchísimo y quizá deberíamos ser más conscientes de la historia vital de las personas antes de juzgarlas. Y es que, precisamente por eso, la serie merece ser vista, porque no pretende juzgar a los personajes, muestra lo peor y lo mejor de cada uno de ellos sin ensalzar una u otra parte. Aceptándola y dejando ver que los únicos que podemos mejorar esa parte peor que tenemos, porque todos la tenemos, somos nosotros mismos. Y en ese proceso, debemos dejarnos acompañar, acoger y ayudar por otras personas, aunque creamos que no nos entienden.

La mente, y cada vez lo pienso más, es el peor enemigo que tienen las personas.

spinning out patinaje artístico

Realmente es el ejemplo por excelencia del amor-odio ya que es lo mejor que tenemos a diferencia de otras especies pero también nuestra peor trampa. Además, la sociedad sigue manteniendo las enfermedades mentales en la sombra, sin darles la importancia que deberían y haciendo sentir a las personas que las  padecen, ajenas a la realidad, incomprendidas y solas- y si no  que se lo digan a Arthur Fleck antes de convertirse en el conocido y archienemigo de Batman. Y, estas personas,en ocasiones, por no reconocerlo y buscar solución, acaban haciéndose ( y haciendo) mucho daño. Y esto es precisamente lo que trata de contar la serie Spinning Out que la hace merecedora de vuestras tardes de frío invernal.