¿GORDOFOBIA O SALUD?

Por desgracia cada vez más nos encontramos con personalidades públicas poniendo en duda la salud de la gente basándose en su talla o apariencia. Pero ¿es realmente una preocupación por su salud? Vamos a indagar un poco más.

Desde hace mucho vemos tallas imposibles en los medios, gente que habla abiertamente de dietas cuestionables para bajar 10kg en una semana, mujeres que se ven forzadas a lucir tallas minúsculas minutos después de dar a luz. Nadie critica esto. Nadie se preocupa por la salud de una mujer delgada, porque claramente no va a estar enferma, si es que es delgada…

Por otro lado, una gorda existiendo en un espacio público es apología a la obesidad. Porque claramente una gorda (y lo pongo en femenino porque todas sabemos que un gordo no molesta tanto) existiendo en un espacio público es ofensivo a los cinco sentidos. Si estás gorda y tu objetivo principal en la vida no es adelgazar estás promocionando enfermedades. ¡Si es que lo que les molesta es que ocupemos espacio!

Sí, es cierto que la obesidad es un factor de riesgo para ciertas enfermedades cardiovasculares y metabólicas, pero no es ni una enfermedad en sí misma, ni implica la aparición de enfermedades con seguridad.

Las investigaciones más recientes han encontrado predisposiciones genéticas a la obesidad y al sobrepeso, y se han identificado estos como síntomas de enfermedades más que como causantes. ¿Qué quiere decir esto? Pues que como muchas veníamos intuyendo: la obesidad y el sobrepeso no se eligen, no cariño, no son tu culpa ni la de nadie. Claramente si pudiéramos elegir no elegiríamos ser gordas. A todas las gordas se nos ha ocurrido hacer dieta. A todas las gordas se nos ha ocurrido hacer deporte. Todas las gordas sabemos que estamos gordas. Todas las mujeres sabemos cuándo hemos cogido peso. Todas tenemos espejos en nuestras casas. Pero en la vida no se puede elegir el nivel de dificultad.

Lo que busca la sociedad es mantenernos ocupadas comparándonos entre nosotras para evitar que dominemos el mundo. No pienses que una mujer normativa no envidia rasgos de otras mujeres. Se nos educa para estar en continua comparación, para vivir a la sombra de otras mujeres. Para no estar nunca felices en nuestros cuerpos. Las campañas antienvejecimiento son para mujeres, la publicidad de productos adelgazantes, el maquillaje, los antiojeras, remedios para el acné… Los hombres pueden existir en la forma y tamaño que quieran, pero nosotras tenemos que estar siempre perfectas para optar a un lugar en esta sociedad. 

Todo en la vida nos dice que solo las delgadas están en posición de llegar a triunfar. La televisión, la publicidad, las RRSS nos dejan caer día a día que el mundo está hecho para las personas normativas. Por eso una mujer gorda, rompiendo estereotipos, feliz con su apariencia, que disfruta de su cuerpo, feliz con su vida, es vista como una amenaza porque ha encontrado la libertad. Ya no es víctima de las imposiciones de la sociedad, ya tiene tiempo y energía para centrarse en cosas verdaderamente importantes como ser feliz. Puede ser lo que ella quiera, ya no es una mujer anclada a los roles de belleza que se nos imponen. Puede centrarse en su familia, sus amigos, su profesión, su pareja, en viajar, en básicamente lo que ella quiera. Ya no está dominada por una sociedad que le prohíbe ser feliz hasta perder peso.

Porque perder peso no cambia nada, no hace que seas más feliz, más libre, más aceptada. Las mujeres normativas también viven a la sombra de su apariencia, viven con el miedo a ganar peso, viven descontentas con su cuerpo por otras razones, viven con la presión de verse siempre bien, de encajar en los cánones marcados por una sociedad que no permitirá nunca a una mujer ser libre. El único camino es aceptarnos y unirnos nosotras en contra de las expectativas que se nos han impuesto.

 

Gendra