Te echo de menos pero no tengo tiempo para ti. Déjame pensar… no cuela. La vida es simple: quien quiere verte, queda contigo. Punto. Todo lo demás son pamplinas.​

quedar

Lo más valioso que tenemos las personas es el tiempo: no vuelve, no se acumula, no se puede comerciar con él. Si no vives algo hoy, ese momento pasa. Y cuando alguien te aprecia, te dedica su tiempo, te da cabida en su vida por muy complicada que ésta sea. Se ajustan los horarios, se pasa de bares a parques, interrumpes la charla para cambiar un pañal, por ejemplo, pero quedas.

Lo demás, cuando no se concreta, es una forma de quedar bien. Expresiones vacías que quedan en nada. Por eso, hace mucho ya que dejaron de servirme frases como:

-A ver si nos vemos, mujer.
-Tenemos que quedar, ¿eh?
-Hay que organizar algo.

Me gusta ver a mis amigos, a mis amores, pasar tiempo con ellos, abrazarnos, reír de la última ocurrencia de sus hijos, compartir unas papas para acompañar las coca-colas, contarnos en persona cómo nos va, mirarnos a los ojos y darnos la mano o una palmada si nos apetece. Contacto humano, vamos. De eso se alimenta la amistad.

 

El teléfono, el guasap, facebook y demás están muy bien pero no hay nada como compartir tiempo y espacio. Lograr esto, es tan sencillo como coger la agenda, ésa tan llena, tan ocupada, tan comprometida, y cambiar el jodido A ver si nos vemos por un el jueves a las 11.00 en el bar al lado de tu oficina.

Si el encuentro físico no se da nunca, si todo queda en un cruce de mensajes y en una llamada rápida, ¿qué sentido tiene? Poco a poco, de no vernos, se resiente la naturalidad que da la presencia, y se pierde parte de la información que por teléfono no se obtiene: una mirada triste que no se verbaliza, un gesto que mal disimula la preocupación de quien cuenta en tono jocoso la última putada de su jefe, una emoción que humedece los ojos y que te pierdes…

Hoy que tristemente hay tantos amigos separados por las distancias, las videollamadas son una forma de encuentro más pero encuentro al fin y al cabo: compartir tiempo y (casi) espacio. Entonces, ¿cómo puede ser imposible verse viviendo en la misma ciudad? Cuestión de prioridad.

Vale, lo acepto, tu prioridad no soy yo. Ok. Pero entonces, si sabes que no vas a hacerme un hueco, deja de alimentar la ilusión. ¿Por qué? Porque si yo quiero verte, oírte repetir el «a ver si quedamos» –una manera cobarde de esconder un nunca–, me jode. Prefiero un adiós y ya.