Si lees este texto y estás empezando en esto del amor, quiero decirte que he escrito esto especialmente para ti. Tiempo atrás, mi autoestima también estuvo por los suelos. El rechazo siempre da miedo, pero puedes superar ese momento sobradamente. Te queda mucha vida por delante, tu amor propio crecerá y sabrás enfrentarte con muchos más recursos personales a estos reveses emocionales que nos plantea la vida. Si te rompen el corazón, recuerda que no estás sola, que toda la comunidad WLS está aquí para ti.

Intentar gustar a alguien es una de las experiencias vitales que ponen a prueba tu amor propio. Cuando alguien nos gusta, hacemos todo lo posible por gustar. Es más, intentamos ponernos a su nivel. Sí, a su nivel, porque pensamos que estamos un paso por debajo.

He aquí el primer desafío para nuestro amor propio: superar los engaños de la fase de enamoramiento. No, querida, ese chico ideal está a años luz de la perfección. Pero el amor es ciego y te empeñas en colocarlo en un pedestal. Pero vamos, un pedestal con la altura de un rascacielos. En cambio, sobre ti colocas una enorme lupa. Primero, porque eres tan diminuta en comparación que, por lo visto, necesitas algo para verte a ti misma. Segundo, porque te da por examinarte a fondo.

No es que ignores tus virtudes, pero en ese momento prestamos mayor atención a nuestros supuestos defectos. Y digo supuestos porque aquello que odiamos de cada una puede gustar a mucha gente. Total, que de cara a conquistar a ese chico perfecto no tan perfecto, te dispones a mejorar todo aquello que falla en ti. En mi caso particular, cuando me gusta alguien, mis rutinas de belleza se multiplican. Como doy importancia a la mente, dedico mucho más tiempo a leer. Saco horas también para empezar algún pasatiempo interesante, algo de lo que hablar con esa persona.

A priori, nada de esto es negativo, ¿no? Bueno, sigue leyendo y verás dónde quiero ir a parar… Después de tanta chapa y pintura, después de meditarlo con tus amigas y con la almohada, llega el día en el que decides soltarlo todo y hablarle de tus sentimientos. ¿Y qué es lo que ocurre? Que te comes con patatas una negativa como un templo de grande. Vamos, que no le gustas ni un poquito.

Destrozada, te vas a llorar a tu casa. Todo el esfuerzo que habías hecho ha sido en vano. Así que te quitas esa ropa tan mona que te habías puesto para esa persona. Haces desaparecer todo el maquillaje que te habías puesto para esa persona. Dejas que vuelva a salirle polvo a esa cantidad de libros que te habías leído para hablar con esa persona. Y te quedas en chándal, llorando y pasando una tarde como otra cualquiera de sofá, manta y peli romanticona. Eso, romántica, para hurgar bien en la herida…

No seré yo quien satanice un buen chándal, ni las lágrimas como remedio para la tensión ni las tardes de no hacer nada de nada. Ahora bien, vamos a volver al principio… ¿Tú no habías visto que había cosas de ti que no te gustaban? ¿No te habías tomado tiempo y energía en cambiarlo? Ah, ya entiendo, que no era por ti… Era por ESA PERSONA.

Te revelaré un secretito: quien va a estar toda la vida contigo no es esa persona. Y no por haberte dicho que no. Es que no es esa persona ni ninguna que puedas ver a tu alrededor. La única persona con la que vas a contar para siempre eres tú, amiga.

La verdad es que siempre fuiste perfecta tal y como eres. Bellísima y perfectamente imperfecta. Nunca has necesitado “arreglarte”, porque nunca has estado rota. No necesitas pensar en qué le va a gustar ver en ti a este o al otro. No tiene ningún sentido ese vestido largo de flores (que te vas a matar como lo vuelvas a pisar, reina) si sueles vestir de negro. Si te aburre leer, mira una película o ponte el programa más tonto de la tele. Y si en algún momento de la vida quieres vestirte con flores, pintarte más que una puerta o leerte El Quijote, HAZLO POR TI.

@mia__sekhmet