Yo sé que mucha gente odia ir de compras, pero a mí me relaja. Eso sí, necesito ir en soledad. Me tomo mi tiempo, escojo kilos y kilos de ropa, me pruebo vestidos que sé que no me voy a comprar (porque si me los comprase nunca me los pondría) y me miro al espejo sintiéndome una Mariquita Pérez. El problema es cuando voy acompañada. Creo que tengo un trauma de cuando iba de compras con mi madre; juro que hay métodos de tortura más lights que eso. Total, que desde entonces intento ir sola y tan agusto. Para socializar están los bares, no las tiendas de ropa.

El problema es que el otro día estaba yo feliz de la vida mirando unos vaqueros cuando se me acercó una trabajadora:

– ¿Te ayudo?

– No, pero gracias. Si necesito algo te digo. 

– Genial. Como recomendación yo me cogería esos vaqueros. Los tenemos de promoción. Además realzan la figura y al ser oscuros disimulan muy bien. 

– ¿Perdona?

– No… Me refiero a que a las chicas de tu talla les suelen quedar muy bien. Ya sabes, porque estilizan.

Sonreí, porque ante todo yo soy una señora alegre, y le dije que gracias por la recomendación pero que su comentario había sido desafortunado. En primer lugar, porque no sabe ni mis medidas, ni mi talla, ni mi peso. En segundo lugar, porque aunque sea gorda, no quiero ropa que lo disimule. Me pidió perdón con cara de corderito a punto de entrar en el matadero, le dije que no pasaba nada y seguí a mi rollo. Hace un par de años eso igual me habría hundido. Esta vez me la sudó lo más grande.

Sin embargo me quedé dándole vueltas a una cosa:

¿La gente de verdad se piensa que los pantalones con push-up en el culo tienen poderes mágicos?

No sé, igual alguna tía se los pone creyendo que después parece 5 tallas más delgada. Lo siento, pero no. Vas a seguir aparentando pesar lo que pesas lleves unos pantalones que estilizan, un vestido cinco tallas más grande o un saco de patatas. Y NO PASA NADA.

Todo el negocio de «las prendas que estilizan» me jode mucho, porque nos hace sentir vulnerables e inseguras, intentando aparentar ser algo que no somos. Yo jamás he llevado tacones. Nunca. Los odio con todo mi corazón. Alguna vez he intentado ponérmelos para las bodas, pero a los 10 minutos ya me estoy muriendo y me pongo otra cosa. Como mucho recurro a unas botas con plataforma de estas que parecen zapatos ortopédicos y mi novio se ríe porque dice que parezco una cabra andando con tanta suela. ¿Sabéis qué es lo más curioso? Que me veo tremendamente sexy con zapatillas o con las botas ortopédicas y horrorosamente mal con tacones, cuando estos últimos supuestamente estilizan más.

Me podría poner un vestido rojo ajustado con un escote tremendo y unos stiletto con más tacón que rabo tiene mi novio, y a lo mejor la gente me diría «joder, qué estilizada vas, qué guapa, qué todo», pero yo no me vería así. Me siento sexy con mis mom-jeans, mi chupa de cuero y mis camisetas frikis, porque reflejan mi verdadero yo. 

No os pongáis ropa que aprieta, que es incómoda o que os hace sentir tensas para aparentar ser más delgadas o tener una figura más estilizada. Es una absurdez. No pasa nada por usar una 34, una 44 o una 54, DA IGUAL. Tampoco pasa nada por tener celulitis, michelines o estrías, no tienes que ponerte fajas para ocultar tus marcas. No necesitas zapatos que te hagan parecer más alta ni usar prendas con rayas verticales para simular delgadez. Deja de lado la puta ropa que estiliza y ponte lo que te salga del higo, que bastante tenemos ya con la sociedad de mierda en la que vivimos como para andar incómodas por elección propia.