Mi hija Martina desde que la parí siempre ha sido muy sentida. Tiene 5 añitos y es un tamponcillo pero con toda la fuerza de un terremoto, la jodía.  La cosa es que se nos pega a nosotros día y noche y no hay quien vaya a plantar un pino tranquila sin tener a la niña agarrada a la pierna como si fuera una garrapata.

Mi hija antes de darle el desayuno

En este punto diré que yo AMO A MI HIJA con el ímpetu del viento y la fuerza de los mares y me encanta la conexión tan bonita que tenemos, pero estaría genial poder ponerme la mascarilla del pelo más de dos minutos sin sentir miedo por cómo encontraré mi salón al salir de la ducha o de si tendré un nuevo cuadro de Van Gogh en la pared. Si tenéis hijos seguro que me entendéis.

Mi marido y yo llevábamos una época de sequía un poco chunga. Cada vez que intentamos darle al huevito un poco de sal SIEMPRE pasa algo y al final acabamos aprovechando que Martina se pasó todo el día jugando con sus primitas en casa y estaba K.O para darnos un poco de amor durante la hora de la siesta y en ello estábamos cuando escuchamos la puerta del dormitorio abrirse Y A MI HIJA mirando fijamente a su señor padre, a mi marido y ente con la cabeza hueca que POR LO VISTO NO SABE CERRAR LA PUERTA DEL DORMITORIO CON EL PESTILLO.

En ese momento diré que me puse nerviosa, ¿vale? Era la primera vez (y espero que la última porque me hago el harakiri) que mi hija nos pillaba en plena faena y sólo se me ocurrió decirle que su papi me estaba haciendo cosquillas en la barriga.

Mi marido se descojona cada vez que estamos con la familia y mi hija viene corriendo diciendo mami, mamiiiii, cosquillas y ME QUIERE METER LA CABEZA EN TODO EL POTORRO.

PD: Me va a salir caro el psicólogo infantil.

cosquillas

 

Anónimo

 

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