Nunca me amarás, pero tú siempre serás parte de mí

 

Acabo de llegar a casa después de pasar más de tres horas contigo y te echo de menos.

Hace un cuarto de hora que nos despedimos, sé que pronto recibiré un whatsapp tuyo preguntando si he llegado bien.

Sé que nos volveremos a ver en breve y que lo que siento es solo un eco de nuestro recorrido juntos.

Me pasa de vez en cuando, cada vez menos a menudo, pero me sigue pasando.

Me da la risa tonta al recordar una de tus bromas, se abre la cajita en la que guardo todos los recuerdos que creamos juntos y, zas, te echo de menos como no debería hacerlo.

Imagen de Cottonbro en Pexels

Sé que nunca fuimos el uno para el otro.

No fue fácil, me costó entenderlo.

Porque jamás me había enamorado como me enamoré de ti.

Aquella intensidad, aquella pasión… todo lo que experimenté contigo fue nuevo e inesperado.

Tú siempre has sido genial, sigo viéndote igual. Ya sea a través del cristal de la loca enamorada o del de la amiga que ha tenido que aprender a quererte de forma diferente.

Fui yo la que cambié. Bueno, sería más correcto decir que tú me cambiaste.

Te amé entonces y te quiero por ello ahora, porque tú me hiciste mejor.

Me encantaba la persona que era contigo, lo diferente que era de mi yo antes de ti.

A pesar del dolor de la ruptura, de lo perdida que estuve, la transformación fue firme.

No volví a ser la que era y eso es algo que te agradeceré toda la vida.

 

De verdad que lo tengo más que asumido: Nunca me amarás, pero tú siempre serás parte de mí porque contigo supe lo que era ser feliz.

 

Nunca me amarás, pero tú siempre serás parte de mí
Imagen de Andrew Neel en Pexels

Al contrario que tú, yo te amé, aunque ya no lo hago.

Desde hace un tiempo te quiero sin más, como se quiere a los amigos.

Como me querías tu a mí, por más que intentaste sentir lo que no sentías.

Salvo estos instantes en los que me puede la nostalgia, mi mente viaja al tiempo en el que estuvimos juntos y vuelvo a amarte y a echarte de menos.

Pero ¿sabes qué?

No me importa que se me encoja el estómago y se me pince el corazón.

Conforme pasa el tiempo, esa sensación que me sobreviene de cuando en cuando, me dura unos minutos menos.

Soy capaz de seleccionar lo bueno, desechar lo malo, escoger lo que quiero recordar y lo que es mejor que no.

No me atrevo a decírtelo, pero suelo preguntarme si tú piensas en nosotros, en lo que fuimos juntos.

Quizá algún día reúna el valor.

Y ojalá pueda escuchar que yo también fui importante para ti.

Imagen de Rakicevic Nenad en Pexels

En realidad, siento… sé que lo fui.

¿Por qué, si no, habrías alargado tanto la situación?

¿Por qué habrías de poner tanto empeño en provocar algo que sabías que no iba a pasar?

Al principio te gusté, luego te caí bien, te resultaba fácil estar conmigo…

El resto fue cariño, responsabilidad, presión.

No era justo para ti.

Y lo entiendo, lo entendí.

Deseé que fuera de otra manera, pero no se puede forzar al corazón.

No pasa nada, me alegro de seguir teniéndote en mi vida.

De poder decir que somos amigos.

 

Nunca me amarás, pero tú siempre serás parte de mí.

Porque sé muy bien que lo intentaste y porque sigues ahí.

 

Imagen destacada de cottonbro en Pexels