Y AHORA QUE SOY PERRA, NO QUIERO LLEVAR NUNCA EL BOZAL. (INPIRED BY ROBERTA BANDINI)

 

¿Os han llamado alguna vez perra? A mí sí, más de las que me hubieran gustado. 

Perras, putas, guarras, sueltas, frescas… Un sinfín de sinónimos con el mismo objetivo. Denigrarnos. 

Insultos que en muchas ocasiones no provienen únicamente del género masculino, sino que los usamos nosotras mismas para meternos con otra mujer. Y qué pena que el machismo haya calado tan hondo en nuestra sociedad, que utilicemos estos términos para hacernos daño entre nosotras. Entre personas que en vez de tirarnos piedras sobre nuestro propio tejado, deberíamos abrazarnos, darnos la mano y caminar juntas en pro de seguir consiguiendo avances en nuestra liberación como género. 

Pero, ¿qué significa ser una perra, una guarra, una puta? Pues os lo explico. A mi parecer ser una guarra significa disfrutar libremente de mi sexualidad. Tener la personalidad suficiente como para asumir que yo decido cuándo, dónde y con quién. Y que ni la hora, ni el sitio, ni mi pareja o parejas sexuales pueden suponer nunca una connotación negativa a mi persona o personalidad. 

Ser una puta es tener la mente abierta. Asumir que tienes deseos y que no tienes que avergonzarte por intentar satisfacerlos. Que tu lascivia no es mala sino que puedes disfrutar de ella y convertirla en una buena aliada. 

Porque lo único malo de todo esto, es creerte que esos insultos tienen fundamento y que disfrutar de tu cuerpo y de las posibilidades que te ofrece te convierte en una mala persona o en alguien con una moral dudosa. 

Y ahora que la sociedad tanto se ha encargado de hacernos creer que somos perras, yo ya lo he asumido. ¡Sí, soy una perra!

Y como buena perra no quiero llevar nunca más el bozal. Pienso seguir ladrando y alzando la voz por defender que cada mujer puede disfrutar de su sexualidad de la manera que le dé la puta gana sin que nadie, nunca, tenga que usar un calificativo u otro para definirla en función de ello. 

Seamos perras, zorras, furcias y golfas. Pero también mojigatas, remilgadas y santas. Seamos lo que nos dé la gana ser. Pero siempre con la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda del largo que nos haga sentir cómodas. Porque eres mucho más que un trozo de tela o el número de orgasmos que tienes al mes. Eres una mujer, eres dueña del templo de tu cuerpo, y que nadie te diga lo que tienes que hacer con él. 

@maripluff