Os escribo recién aterrizada de uno de los mejores fines de semana de toda mi vida. Aún me tiemblan las piernas si me paro a pensar en todo lo que hemos hecho, en todo lo que nos hemos hecho.

Llevo con mi chico muchos años, exactamente siete. Nos casamos hace dos y… y bueno, habíamos caído en una rutina sexual que nos estaba haciendo mucho daño. Casi no follábamos y cuando lo hacíamos no sentíamos lo que siempre habíamos sentido. Se había apagado la llama, el gas y hasta la calefacción. Creo recordar que la última vez que follamos con ganas fue en agosto del año pasado y fue un polvo de borrachera tonto, en realidad llevamos sin tener sexo continuado de calidad más de un año. 

Nos habíamos planteado en repetidas ocasiones meter un juguete en la cama, yo estas Navidades me auto regalé el satisfayer  y la verdad que para mí sola una magia, pero pareja nos ha funcionado lo que viene a ser -10. A él no le hace nada y a mí cuando me está penetrando el juguete ni lo siento. Así que ese intento fallido nos había hecho alejarnos un poco de nuevo de la idea, hasta que se cruzó en nuestro camino Senzi.

La he bautizado con el nombre de Campanilla porque es preciosa, pequiñita y mágica. Que tiemble Harry Potter porque la única varita de saúco es esta.

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Me encontré con ella porque estaba investigando sobre el sexo anal por internet, mi chico siempre ha querido probar y yo siempre me he mostrado muy reacia al asunto, una vez lo intentamos, salió FATAL y ya no hemos vuelto a a darle chance. Entonces pensé ‘a ver si probar de nuevo esto puede levantarnos un poco el ánimo sexual’ y de entre los distintos artículos apareció este juguete.

Era en un foro y la peña decía que era ideal para introducirse en el sexo anal, porque al parece era TAN potente y TAN maravilloso que el chochete te explotaba en cuanto se acercaba a tu clítoris y aunque no quisieras se te olvidaba que tenías culo.

Me lo pedí porque lo ponían por las nubes, no os voy a engañar, cuando lo abrí y lo tuve en la mano pensé: ‘¿esto es todo?’ Después de usarlo os puedo decir que la frase ‘pequeñito, pero matón’ es la mejor forma de definir esta maldita maravilla. Cuando me llegó lo encendí y me lo puse en el clítoris por encima del pantalón, mi chico estaba delante, al verme la cara que puse le dio un ataque de risa que para qué, se lo puso él en la mano y flipó también. Estábamos readys.

Quiero aclarar que no hemos probado el sexo anal este fin de semana, estábamos demasiado entretenidos con el vaginal, sinceramente os lo digo. Esta pequeña varita mágica es potente, MUY potente. Si no estás ya con los motores calentados y el chochete listo para la acción, puede llegar hasta a molestar/hacer daño. Ahora bien, si en medio de un kiki te lo acercas al clítoris, tardas SEGUNDOS en explotar y no, no estoy exagerando. 

Con una mano en el corazón y otra en el clítoris os puedo decir que es lo mejor que ha llegado a mi vida en el últimamente.

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Redacción WLS

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