Maldito el momento en el que a nosotras, mujeres, nos inculcaron la forma de aproximarnos a la vida como señoritas. Maldito el momento porque fue entonces cuando se inició esta dualidad que nos mantiene esclavas: como deberíamos ser y como somos. Y en ese terreno de nadie es donde nacen las preguntas, las dudas, las parálisis que nos dan por sobre pensar todo. Basta ya. Para ser felices, necesitamos dudar menos. Así de golpe.

La realidad es que tú solita te has llevado hasta aquí. Hasta esta mañana con tu café recién hecho, tu té calentito junto a la ventana, a la caricia de tu gato para el que lo eres todo o hasta el amanecer de esas fierecillas que tienes por niños que te adoran con locura. TÚ SOLITA. “No, he tenido una familia y unas amigas maravillo…” BULL-SHIT, NENA. TÚ SOLITA.

Eres más sabia de lo que crees, has acertado más veces de las que recuerdas y tus cagadas han sido menores de lo que te gusta rememorar para atormentarte de vez en cuando. Admítelo, sabes que sabes lo que haces más veces al día que lo que prefieres admitir.

Lo mejor de todo es que sabes que cuando no tienes ni puta idea de lo que haces, cuando miras a tu alrededor, todo es peor porque CHOPECHA tus amigas tienen la misma o menos idea que tú. Así que ¿de qué te sirve pensar si lo que tú crees que hay que hacer es lo que se debe hacer? TIRA, TÍA, TIRA.

Aqui viene una estadística inventada: EL 90% DE LAS VECES QUE TE DICES PUEDO HACER ALGO LO PUEDES HACER. El 10% restante incluye cosas como lamerte el codo, pearte mientras toses y conocer a Ryan Gosling en el Mercadona de tu barrio. Cosas aceptablemente remotas. ASÍ QUE imagínate las posibilidades.

Todas las personas antes que tú, que están ahí tan seguras de saberlo todo, desde tu madre hasta tu mejor amiga, en algún momento no han tenido NI IDEA. Y se han puesto manos a la obra. Y ahora, desde la barrera te dicen “esto se hace así”. HOMBRE CLARO. Gracias por el consejo a posteriori.

Si respetas sus criterios, sus opiniones y experiencias…  Las has elegido como compañeras de viaje ¿Por qué no te das un poco de crédito y haces lo propio contigo misma? Si te respetases la mitad de lo que las respetas a ellas, seguro que te escucharías más y verías que llevas más razón de la que parece. Respétate, escúchate y duda menos. Para ser felices, necesitamos dudar menos.

Y como colofón llega aquello que tanto ansiamos NUESTRO AMOR PROPIO. Parece que se tratase del polvo de Campanilla: una pizquita y a volaaaar. Ya está, llega el amor propio y los problemas salen por la ventana. Vale, no. Es más, empezando a dudar menos de ti, cuestionando menos cada una de tus decisiones, también por ahí empieza esta relación de devoción con una misma. A dudar menos se puede llegar amando quienes somos pero a veces, cerrando más los ojos y dejándonos llevar por nuestro instinto. Así también incendiamos esas dudas que más tarde harán que nos amemos. Aquí no hay nada escrito así que imagínate los infinitos caminos que tienes.

Lo que está claro es que un día te despiertas con toda la adultez en los hombros y te das cuenta de que te toca elegir puerta en el laberinto. Y por mucho que mires, todos están igual de perdidos y flipados que tú.  Y la única garantía que te doy es que con tus decisiones TE ACUESTAS TÚ CADA NOCHE.

Que la liarás, fijo, pero está bien que te perdones. Con una copa de vinito aún mejor. Créeme que si has llegado hasta aquí, sabrás hacer el resto. Para ser felices, necesitamos dudar menos. Arriésgate a hacer lo que crees que con suerte aciertas y ese calorcito vale oro. Que sale mal, ya sabrás cómo hacerlo la próxima vez. Duda menos, sé más feliz y por el camino, perdónate, respétate y verás como el amor por ti empezará a germinar solito.

@tengoquenayque