¿Hay drama en vuestras vacaciones familiares? En mi caso, sí. Es lo que pasa cuando conviven durante días personas que no suelen hacerlo, cada una de su padre y de su madre. El pasado verano, para no variar, se lio.

Fue una estupidez, una simple falta de acuerdo en las preferencias del plan a seguir. Unos querían playas y otros copas. Pero, como había tensión ya acumulada y bien aderezada por el alcohol de mediodía, se reventó el cajón de la mierda. Y la cosa es que, en el fragor de una discusión encendida a gritos en mitad de la calle, mi prima adolescente se vio en medio de las dos adultas en disputa.

—Hija, tú te vienes conmigo —sentenció la madre, agarrando a su hija del brazo.

—Pero, ¿por qué, si ella se quiere venir a la playa?

Pues porque es mi hija y me la llevo porque me sale del coño.

Voy a responder a la pregunta que me planteo en el titular: sí, es maltrato considerar a alguien de tu propiedad, aunque sea tu mismísima hija salida de tus entrañas y la quieras más que a nada en el mundo. En este caso, fue una tontería. Pero a mí ese afán de posesión me resulta peligroso. Nadie sabe qué sería lo siguiente que ese padre o esa madre podrían hacer para marcar el territorio, aunque eso perjudique a sus hijos.

Conviene que abramos ya la veda de un terreno pantanoso. Porque aquí se plantea eso de que los hijos no pertenecen a sus padres y los aludidos se llevan las manos a la cabeza. Sacan uñas y dientes pensando que así protegen a sus cachorros, cuando el instinto es, por definición, irracional.

Alerta: padres sin control

No podemos considerar que los hijos son propiedad de sus padres por una razón sencilla: no se les podría proteger de padres de mierda. Que los hay.

Me explico por si hay que ir aplacando a la jauría: entiendo que te molestes si se cuestiona el modo en que lo educas y cómo le transmites tus valores personales. Ya es bastante difícil criar como para escuchar críticas destructivas continuas, que merman el autoestima y el ánimo. Pero ni todo vale ni es racional contraatacar con el argumento simple de que son tuyos. Menos aún delante de ellos.

Este texto iba a quedarse aquí y basarse solo en una anécdota estival para olvidar. Pero, precisamente estos días, me ha aparecido el vídeo de Kappah, un famoso tiktoker que alude a un caso muy concreto de posesión irracional y peligrosa: el de los padres que someten a sus hijos a una sobreexposición continua desde que nacen.

Ese ya es un nivel que clama al cielo, y ante el que espero sinceramente que se legisle cuanto antes. Vulneran el derecho a la privacidad y la seguridad de MENORES, condicionan su nivel de autoestima a la aceptación social, los exponen a ciberacoso y bullying, les dificultan un derecho al olvido futuro, les generan dependencia y les complican un desarrollo normal.

¡Mercantilizan a sus hijos! ¡Los sobreexponen con un interés económico! Y todavía, cuando se denuncia, los escuchas decir: “Cada cual que haga lo que quiera con sus hijos, que yo hago con los míos lo que me da la la gana”.

Puede que sea un ejemplo extremo para ilustrar el tema central de este texto, pero está a la orden del día y hay que ponerlo sobre la mesa. Ante esto, quien piense que Kappah se debería meter en sus asuntos y dejar de cuestionar a padres y madres, tiene un problema serio de falta de foco. Y diría que de valores también, lo que es incompatible con ser padre o madre.

*Os dejo el vídeo de Kappah, en el que contesta a la madre indignada, cuyas prácticas denunció en otro vídeo anterior.

https://vm.tiktok.com/ZGJ35BDow/

Anónimo