Las 7. Suena el despertador. Otra vez. Otra vez madrugar. Otra vez estas ojeras espantosas y el pelo sucio, que ayer no me dio tiempo a lavármelo. Desayunar a toda prisa, llamar a los chicos, «qué desayunas, yo cereales, yo tostada, yo galletas». Corre, vístete que no llegamos. ¿Te has lavado los dientes? ¡Pero si vas sin peinar? ¿Ese jersey no estaba sucio? Mamá, no me has firmado la nota de la excursión. Corre, corre que no llegamos.

Y salimos. 8 y pico y ellos impecables. Yo, hecha unos zorros. ¿Cómo lo hace el resto del mundo? Concretamente… ¿cómo lo hacen el resto de madres? Porque llego al cole y tengo la impresión de que soy la única que no se ha terminado de lavar las legañas y que voy bostezando como un hipopótamo, con el pelo sucio, sin pintar, con unos vaqueros cualquiera y botas de montaña, que llueve. ¿Al resto no le llueve?  Y no solo eso, cuando empiezo a charlar con alguien (si los bostezos y lagrimeos me lo permiten) me doy cuenta de que también debo ser la única que ha dejado todo por hacer en casa; las camas al pairo, las tazas sin recoger, el suelo sin barrer y la ropa sucia tirada por ahí.tumblr_lk6rwbtunp1qh59n0o1_500

A veces me miro y miro a otras y me pregunto cómo lo hago tan mal. Siempre hay alguien que tiene más tiempo que yo, que hace yoga, o pilates, o va al parque cada tarde, y se arregla a diario, y las uñas impecables, y sus hijos hacen más actividades que los míos, y los fines de semana siempre tienen planes estupendos.

Pero ¿sabéis qué? Que la culpa es mía por compararme, que al final, en casa, como en cada casa, somos muy felices con nuestras locuras, con nuestros tiempos locos, corriendo a todas horas. Que ser madre de tres es todo un mérito en si mismo, y que nos reímos y nos enfadamos tanto como cualquiera, y que no vamos tanto al parque pero salimos al jardín, y que yo no voy pintada porque duermo diez minutos más y desayuno como dios. O la diosa.

anigif_original-10434-1462241831-5
Autor: Nuria Otero.