Febrero. 14h. He quedado a comer con una amiga en una terraza al sol. La luz nos da directa en la cara. Inmediatamente, saco mi protector solar y me embadurno tez, orejas, cuello. También los labios. Ya me había echado antes de salir de casa, por cierto.

— ¡¿Qué haces, loca?! ¡Jaaaajajajja! —Mi amiga casi se ahoga con su vermú.

En realidad, la loca es ella. Os cuento por qué.

Siendo una persona muy blanca y, además, con muchos lunares, estoy acostumbrada a proteger mi piel del sol desde bien pequeña. No concibo no hacerlo, sea febrero, agosto o noviembre. Y estoy acostumbrada, también, a que mis amigas con fototipos morenos se planten bajo el sol con una despreocupación pasmosa.

Y ahora os contaré lo que les cuento siempre a ellas, aunque me tachen de exagerada: el sol, si no te proteges debidamente, es un asesino silencioso.

Como alerta la American Cancer Society, el cáncer de piel es el más común de todos. Sorprendente, ¿verdad? Además, al no tener el hábito de examinarnos manchas y lunares, este tipo de cáncer puede aparecer y avanzar sin que apenas nos demos cuenta. En 2022, la incidencia del cáncer de piel en España había aumentado casi un 40% en cuatro años, y se estima que 1 de cada 5 personas sufrirá esta enfermedad a lo largo de su vida.

Estos datos me los sé de memoria y se los lanzo como estrellas ninja a mis amigas. Cada vez más tajante, cada vez más enfadada con ellas. “¡Protegeos! ¡También en invierno!”

Pensar que solo hay que echarse crema solar en verano es un gran error que nos puede costar caro. De hecho, la Academia española de Dermatología y Venereología nos alerta de ello. La reducción de la capa de ozono, encargada de absorber la radiación ultravioleta del sol, está provocando que las horas de exposición a la radiación aumente, tanto la de rayos UVB como UVC. Así que, aunque haga frío y esté nublado, nuestra piel facial está recibiendo radiaciones continuamente. “¡Protegeos!”, continúo.

Después, les doy algunos consejos que he aprendido de dermatólogos o instituciones médicas, como:

  • Permanecer atentas a cualquier cambio en sus lunares.
  • Hacer una visita al dermatólogo para favorecer la detección temprana de cualquier anomalía.
  • Aplicarse el protector media hora antes de exponerse al sol y renovar la aplicación cada 3 o 4 horas, según lo que se recomiende para cada producto.
  • Protegerse también con gorra y gafas de sol si van a hacer deporte al aire libre.

Protegeos, por favor. Además, cada vez nos lo ponen más fácil. Hay multitud de productos en el mercado, adaptados a todo tipo de pieles y gustos. A mí me encantan Efflacar Duo con SPF30 de La Roche-Posay, la espuma Heliocare 360º Airgel SPF 50+ y el Solar Antiedad Color SPF50+ de Avéne. Y no tienes ni que salir de casa, porque hay webs estupendas donde podemos comprar protectores solares online. ¡La oferta es infinita!

Así, además, las arrugas nos saldrán más tarde. 😉

Berta G.

Fuentes:

American Cancer Society

Academia española de Dermatología y Venereología

Sanitas

IM Médico