Darle salida a alguien

No sé por qué nos cuesta tanto esto.

Debería ser simple. Sincero. Sin excusas.

Pero una, socializada siempre desde la culpa, siente que tiene que intentar hacerlo de un modo suavizado, que no moleste, que no duela.

Y es que vamos, tomamos demasiados reparos incluso cuando se trata de alguien que apenas conocemos cuando ellos en realidad no suelen hacer lo mismo.

¿Lástima? ¿Nos da lástima? Pues no debería porque a veces ni siquiera llegamos a estrechar un vínculo. Apenas sabemos algo de su vida, de su familia o de lo que le gusta hacer un domingo cuando no hay nada que hacer.

Entonces ahí estamos. Que si espero a verle. Que si le mando un whatsapp. Que si le grabo un audio. Que si simplemente desaparezco y no le contesto.

Pensamos que esta última opción es la más fácil. Pero nuestra conciencia no puede con eso. Nos sentimos fatal. Recordamos que ya nos lo han hecho y nos hemos comido el coco pensando qué pasó, por qué de la noche a la mañana nos borraron si hacía dos días estábamos en el cine como dos tortolitos.

Será que, como en tantas cosas, no queremos sentirnos responsables y pensamos que igual nos estamos precipitando.

Pero, mi amiga, cuando veas que eso no camina es porque es así. No hay vuelta que darle. La cosa no fluye y no estamos para forzar nada.

Que cada uno siga por su lado y lo que en verdad importa es lo que sientes tú. No cargues con historias ni ocupes tu mente con cosas que no merecen la pena.

Buena suerte y hasta luego. Que pase el siguiente.

Valentina Rodríguez