Nunca he tenido suerte en el amor. Nunca.

El mío es un caso tan grave que hace tiempo que asumí que me va mucho mejor cuando estoy sola.

No ha sido por no intentarlo, desde luego. He tenido muchísimas relaciones, más de las que me hubiera gustado.

He salido con chicos y he salido con hombres. De algunos he estado enamorada y he sido más o menos correspondida. Otros me han engañado. En algunos casos he abandonado, en otros he sido abandonada. He querido a personas que valían mucho la pena. He derrochado años y energía con quien ni por asomo se lo merecía.

Por una cosa o por otra, ninguna de mis relaciones fue La Relación.

No ha sido una cuestión de falta de oportunidades, simplemente Cupido pasa de mí. Y yo ya lo tengo superado.

Por qué preferí ser madre soltera a tener hijos con el primero que pasase
Foto de Leah Kelley en Pexels

No solo superado, es que he llegado a un punto en el que le veo hasta ventajas a esto de no compartir mi vida con nadie.

De hecho, hasta hace relativamente poco la situación solo me suponía un problema por un motivo: mi deseo de ser madre.

Ya que, en principio, para tener hijos una necesitaba la aportación de una persona del sexo masculino. Por pequeña que fuese esa aportación.

¿Qué hice entonces? Mucha retrospección. Mucha documentación. Navegar en internet hasta altas horas de la madrugada. Plantearme cosas.

Fue en esa época convulsa cuando conocí a un señor que desbarató todos mis incipientes planes.

 

Llevábamos tres meses juntos cuando decidimos intentarlo. Yo quería un bebé, él no sabía lo que quería ni a corto ni a medio ni a largo plazo. Pero lo intentamos igualmente.

El día que tuve una falta sentí más miedo que en toda mi vida. Me vi teniendo un hijo con aquel hombre y sentí que era una cagada tamaño industrial. No solo porque era inmaduro y un poco irresponsable, sino porque además iba a ser padre por obligación. No por decisión propia.

Vale que no le había puesto una pistola en la sien, pero estaba claro que no había salido de él, que no sabía lo que se le vendría encima y que no era consciente de que iba a estar atado a mí para siempre. Quisiéramos o no.

Por suerte había sido un retraso sin más. Por suerte también, rompimos poco después.

Esa experiencia me sirvió para dos cosas. Para terminar de aceptar que el amor romántico no era para mí. Y para darme el empujón que necesitaba para emprender esta aventura que es la maternidad en solitario.

Por qué preferí ser madre soltera a tener hijos con el primero que pasase
Foto de Negative Space en Pexels

Y ¿por qué preferí ser madre soltera a tener hijos con el primero que pasase? Por varias razones, pero la más importante de todas: por egoísmo puro y duro.

Porque no quise ni quiero compartir mi maternidad.

Porque tuve la oportunidad de cumplir el sueño de ser madre y no quise que otra persona fuese partícipe de ello.

No habría tenido problema si hubiera tenido un hijo fruto del amor y el deseo consensuado con una pareja con la que me uniera un amor bonito de los de verdad. Lo que ocurre es que nunca tuve uno de esos y ya sabía que forzarlo no iba a salir bien.

Así que tomé la decisión de ser madre soltera por medio de un donante anónimo del que solo se necesitó una célula. A partir de ahí y para todo lo demás, mi hija es mía y solo mía.

La estoy criando yo sola, educando yo sola y sosteniendo económicamente yo sola.

Pero también tomo las decisiones yo sola. Puedo optar por el modelo de crianza que yo quiera, por el tipo de educación que me parezca más idóneo.

No tengo que pedir permiso ni discutir con nadie en lo concerniente a mi niña. Soy la dueña de mi maternidad y estoy feliz de haberlo hecho de este modo.

Por qué preferí ser madre soltera a tener hijos con el primero que pasase
Foto de Josh Willink en Pexels

Por otro lado, haber sido madre soltera en lugar de con el primero que pasase, me ha liberado de un miedo que tenía muy arraigado desde que sentí los primeros indicios de instinto maternal.

Dados mis antecedentes, me daba pánico pensar en lo que ocurriría con mi descendencia cuando me divorciara (daba y doy por hecho que terminaría divorciándome). No quería ni pensar en el sufrimiento de los hijos que hubiera podido tener. En custodias compartidas, régimen de visitas y demás. Me aterraba imaginar a esos hijos aún inexistentes sufriendo las consecuencias de un divorcio y a mí sufriendo por no estar con ellos cada vez que se los llevase la otra parte.

Ahora ya no tengo que preocuparme por eso.

No he cerrado la puerta a un amor que por el momento me ha esquivado por completo, pero creo que, si de pronto quisiera tener otro hijo, lo haría sola de nuevo.

 

Una mamá sola y feliz

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

Imagen destacada de Oleksandr Pidvalnyi en Pexels