Día a día recibo muchos mensajes que resaltan “mi valentía” por mostrar mi cuerpo, salir en bikini, ropa interior o fotos semi-desnuda. Es algo que me sorprende porque no me imagino a nadie escribiéndole lo mismo a gente con cuerpo normativo, lo cual no me lleva en ningún caso a culpar a quienes lo hacen sino a cuestionarme lo asombroso que nos parece todavía que un cuerpo gordo se muestre sin tapujos. 

Repito, esto que escribo no es para culpar ni señalar a nadie. Muchas veces en mis redes, cuando planteo este tipo de cosas, hay personas que me agradecen el espacio en el que empezar a cuestionarnos y así lo siento también esta vez. 

Es cierto que somos sumamente afortunadas de estar en un momento en el que tantas personas gordas tengamos iniciativa de dar un paso al frente. Lo somos porque hace un tiempo esto era impensable y por eso creo que se refuerza ese concepto de valentía cuando nos veis felices en nuestros cuerpos. Desafortunadamente tenemos que sentirnos afortunadas, válgase la redundancia, porque hace un tiempo seguíamos silenciadas por millones de mensajes que seguían perpetuando la idea de que nadie en un cuerpo gordo se podía sentir feliz. Seguíamos pensando que la ley de vida de cualquier persona gorda era intentar perder peso fuera como fuera, sin importar si eso beneficiaba realmente su salud o la empeoraba tanto en el ámbito físico como el mental, y por eso ver hoy a personas que defienden su cuerpo más allá de si entra en los cánones establecidos o no, nos parece un acto valiente. 

Nos parece valiente porque va contra las normas. Porque el viaje de aceptarte y quererte en un cuerpo gordo es nadar contra corriente en un río que baja a toda pastilla lleno de insultos, humillaciones, opiniones no solicitadas y un sistema opresivo que no se cansa de señalar a la gente gorda por estarlo pero que no pone ni una sola solución factible para garantizar la salud física y mental de toda la población, independientemente de su tamaño corporal. Porque sí, señores, les cueste más o menos admitirlo, no es solamente que todo el mundo merece un trato digno y respetuoso independientemente de su talla, sino que la diversidad corporal existe más allá de los hábitos que cada uno pueda llevar. Igual que hay personas gordas con malos hábitos, las hay delgadas, la diferencia está en que a unas se las señala constantemente por tenerlos y a las otras poco más y se las alaba por conseguir no engordar pese a no cuidarse. Pero luego diremos que la gordofobia, el gordoodio o el estigma de peso no existen. Lo mismo pasa cuando una persona gorda tiene buenos hábitos y se ven reflejados en su salud global. Al mundo nunca le van a parecer suficientes mientras sigas habitando un cuerpo grande. Por eso lo mejor es que empieces a hacer lo que te salga de la seta POR Y PARA TI. Porque el resto siempre va a intentar pisarte lo fregao’. 

 

El hecho de que una persona gorda reivindique el espacio que ocupa nos parece osado. Por eso lo consideramos valiente. Porque es como el que se rebelaba contra el profesor a mitad de clase, aquel que no temía a la autoridad y que no se callaba ni una. Una persona gorda mostrando su cuerpo es alguien escribiéndole al sistema “que te den” en un enorme grafiti mientras le hace un buen corte de mangas. Es el niño al que le dicen “no hagas esto” y lo hace mientras nadie mira. Eso es lo que nos parece valiente. Ver en alguien eso que nosotros todavía no nos atrevemos a hacer. Verle dar ese paso que todavía dudamos dar. Verle con la fuerza de aguantar esa corriente del río en la cara y seguir al pie del cañón.

Por eso hoy quiero decirte a ti, que nos consideras valientes por SER y no callarnos más, que la valentía que encuentras en nosotras no son más que amor y compasión como motor para no seguir escondiéndonos. Que todo eso que admiras de nosotras también reside en ti, aunque todavía no lo creas. Que para nosotras cada vez que recibimos un mensaje de “me has inspirado a hacer X o decir Y” es un chute de energía que compensa todos los momentos malos. Que te quieras, que ya está bien de no hacerlo. Que se nos pasa la vida odiándonos y tratando de no ser cuando no solo somos, sino que somos LA OSTIA BENDITA. 

 

Así que no, en realidad esto no va de ser valientes. Tan solo se trata de SER y que no importe el resto.  

 

  Mara Jiménez