Ha pasado ya un tiempo desde que me diagnosticaron el virus del papiloma y hace unos días que después de dos intervenciones quirúrgicas, innumerables controles y tres vacunas (benditas vacunas) me han dicho esas palabras simples pero mágicas «están todos los resultados bien, estás limpia, te damos el alta».  No podéis imaginaros que alegría más tonta me entró en estos tiempos extraños. O sí, porque aunque no se hable mucho de estos temas, por suerte cada vez más, sé que seguro que alguna habrá estado en la misma situación que yo.

Lo cierto, es que cuando me dijeron desde el otro lado de la mesa aquello de «hay una lesión en el cuello del útero provocada por el virus del papiloma humano», me hice muchas preguntas a mí misma, al médico y al señor del interné. A algunas de ellas les encontré respuesta, a otras aún no y otras deje de buscarlas. Hoy vengo a compartir con vosotras algunas de ellas.

 

Preguntas que me hice cuando me diagnosticaron el Virus del Papiloma Humano

¿Voy a tener cáncer?

Esta fue la primera pregunta. Sin duda. Mi tendencia de ponerme siempre en lo peor hizo que me la planteará antes de salir de aquella consulta de hospital y el poco conocimiento que mi yo de hace unos años tenía del VPH era que podía producir lesiones que, con el tiempo, podrían llegar a convertirse en cancerígenas.

Yo no me había levantado de aquella silla y ya me estaba visualizando recibiendo quimioterapia. Podéis llamarme gilipollas y exagerada a partes iguales.

Y sí, es cierto que hay casos y estadísticas en los que el VPH produce cáncer, y por eso, perdonad que me ponga en modo madre sin ser yo nada de eso, es tan, tan importante la prevención, las revisiones periódicas y ganarle tiempo al tiempo.

Hablemos claro pero sin quitarle importancia: ¿Puede pasar? Puede pasar. ¿Ocurre de hoy para mañana? No. Por eso, prevención, prevención y prevención.

 

¿Me han puesto los cuernos?

Desde el otro lado de la mesa, el señor de bata blanca te dice que tienes VPH y tú, al poco tiempo, te planteas si tu pareja te ha sido infiel. Imposible saberlo, al menos por el tema que aquí nos atañe.

El VPH puede estar en tu cuerpo durante años sin dejarse bien, está a gusto, a cobijo y no le apetece salir a manifestarse. No se puede saber cuanto llevas viviendo con ese bichejo silencioso dentro.

El diagnóstico puede llegar muchos años después de haberte contagiado por lo que a pesar de ser una ETS, me aventuraría a decir, que es prácticamente imposible saber quién ha sido la persona que te lo transmitió si has tenido más de una pareja sexual.

 

¿Se lo habré pasado a alguien?

Esta pregunta tiene mucho que ver con la anterior, y la respuesta es similar: no se sabe.

El VPH es un virus de esos que buscan la manera de vivir (y sobrevivir) y por muchos métodos de protección que utilices (siempre!!) a veces viaja de un cuerpo a otro. Un «simple» contacto piel con piel le sirve de transmisor. Los virus son así, que os voy a descubrir yo de virus a estas alturas del 2021.

 

¿Por qué a mí?

A veces hablamos de las enfermedades, virus, patologías y demás como si fuera la lotería del 22 de diciembre. No nos toca el euromillón pero oye, nos ha tocado esto. Y es que a veces, muchas, tendemos a no hablar de ciertas cosas/enfermedades por vergüenza o el maldito qué dirán. Por propia experiencia, puedo decirte que una vez que rompes la barrera y hablas de ello con naturalidad, resulta que oye, gente en tu entorno que le haya tocado el gordo de Navidad no, pero gente que ha tenido el VPH sí.

Y no es que vayamos a aplicarnos eso de mal de muchos, consuelo de tontos, pero lo que sí es cierto es que saber de otras personas que han pasado por lo mismo, normaliza y acompaña. Que no es poco.

 

¿Se cura?

En la mayoría de los casos, el VPH desaparece como llegó, sin que te enteres.

Lo cierto es que hay un alto porcentaje de población adulta que llegarán a tener VPH a lo largo de su vida. El cuerpo, que es muy sabio como decía mi abuela, lucha contra él sin que nos enteremos y lo manda al carajo.

Eso pasa, generalizando, en la mayoría de los casos pero puede ser que este no sea el tuyo.

Ni fue el mío pero aunque tardo más tiempo del que debería, años después de saber que el VPH estaba en mí, llegó el día en el que ya no lo estaba, pero esto (y el camino) os lo cuento otro día.

¿Vacuna? ¿A mi edad?

 

Creo que nunca se ha hablado tanto de las vacunas como en estos tiempos que corren y las generaciones venideras tienen incluida la vacuna contra el VPH en su calendario de vacunación, pero nosotras, las de treinta y pico, las de las rodillas llenas de heridas en los 80, la generación de la nostalgia por excelencia, no tenemos esa vacuna corriendo por nuestras venas.

A mí, hubo un médico que me recomendó la vacuna y aunque no me entraba en la Seguridad Social, tuviera mis dudas de que una vez contagiada sirviera de algo inyectarse, tenía claro que mal no haría y que aunque tuviera que tirar de tarjeta de crédito porque fui a la farmacia pensando que aquello costaría lo mismo que la pasta de dientes y va a ser que no, me puse las tres dosis de la vacuna.

Spoiler: unos meses después, recibí el alta. Quizás, puede, quién sabe, ese líquido mágico (bendita ciencia) fue el empujón que necesitaba mi cuerpecito/cuerpazo para acabar con el VPH.

 

¿Y ahora, qué?

La pregunta más genérica y la de la respuesta menos concreta.

¿Y ahora qué? Porque sales de aquella fría consulta llena de papeles, de citas, de resultados, de anotaciones a bolígrafo de un montón de palabras que no entiendes, y no solo por la letra de médico.

Vendrán más consultas, más visitas, más revisiones, quizás incluso hasta alguna operación, podrán venir de malas pero esperemos que vengan de buenas.

Habrá días que llorarás y sentirás miedo ante la incertidumbre, otros verás el vaso medio lleno y oye, que del mal, el menor. A veces te olvidarás de todo y en otros momentos no pararás de darle veinte mil vueltas O más.

¿Y ahora, qué? Pues ahora todo.

 

 

*NOTA: artículo escrito y basado en la propia experiencia personal.