Y llegó el momento en el que te quedas embarazada. Con tus kilos de más, evidentemente, porque son tuyos y solo tuyos. Y empieza la odisea.

Primera visita a la matrona. Tensión, altura y te ponen enfrente de una báscula (ya vamos a empezar…) y evidentemente refleja algo que queda por encima de «lo normal». «Uy, chica, vamos a tener que andarnos con cuidado con el peso, no puedes engordar mucho» y te arrea en toda la cara con un plan de «dieta equilibrada» de entre 1800/2000 calorías (Nena, por dios, que yo con poco más de la mitad de eso cojo tres kilos solo con mirar el papelito…). Si tienes suerte y no eres de las que se mueren de angustia y vomiteras los primeros meses, empiezas a tener hambre como las locas y ya empezamos con el problema. Si no es ese tu caso, el asunto se postergará entre dos y tres meses, pero tranquila… llegará.

Segunda visita. Repetimos proceso. Qué bien, te pesan y solo has cogido un par de kilillos. Pero la cara de la matrona es de perro de presa. «Esto no puede ser, acabas de empezar y dos kilos ya… no puedes engordar tanto. Como mucho en tu caso, un kilo al mes y estoy siendo generosa contigo» Expresión de póker por tu parte. ¿Y ahora cómo lo hago? Este es el momento en el que se te genera una ansiedad tremenda para cada visita.

Y así, una visita, y otra, y otra.

Luego, llegas a ciertas ecografías, y te saltan en un momento dado con el simpático comentario de «No se ve clara la eco… claro, es que como tienes tanta grasa acumulada en el abdomen» y yo pienso: «¿no será que tú no te aclaras con el aparato, guapi?»

O la vez que vas, ya al final del embarazo a que te monitoricen al nene, y te dicen aquello de «es que a las que estáis tan gorditas es más difícil encontrarle el latido al bebé…». Todo esto sin contar la de veces que oirás en los interludios el simpático comentario de «veremos a ver cómo pierdes todos esos kilos cuando hayas parido…»

A ver, señoras y señores sanitarios, ginecólogos, y demás fauna extrasanitaria (que vienen siendo vecinas, conocidas, e incluso gente que no te ha visto en la vida) que se entromete en tu peso durante tan feliz circunstancia, sin tener en cuenta más factores que los que ponen en sus libros de texto teóricos o en el acervo popular: Soy gorda, siempre he sido gorda y después de parir a mi bebé, seguiré siendo gorda. Y para celebrar que solo me quedan 20 días como mucho para que mi tercer hijo nazca, me voy a comerme dos donuts glace. Porque se me apetecen ahora mismo. Y se acabó.

Autor: Susana Periñan