Llevo varios días escuchando y leyendo testimonios de chicas que me remueven los nervios de una manera que, ¡AAAGH!

Ya sabemos que es perfectamente y más que viable que cada una tengamos en nuestra familia una persona bastante tóxica y que lo exprese abiertamente si en el tema de conversación aparece cualquier aspecto de nuestra vida. Ya sea porque a ese familiar no le cuadra tu manera de vestir, tu estilo de vida, lo que estás estudiando, tu puesto laboral, tu físico…

Pero, ¿qué pasa cuando ese familiar no es ni más ni menos que tu padre o tu madre?

Sí, amigas, la confianza da asco, y bastante en muchas ocasiones.

No digo que esos padres o madres no quieran a sus hijos, pero es más que probable que no son conscientes ni de la cuarta parte del dolor que pueden llegar a causar las malas críticas o apuntes sobre ellos. Sobre todo si su relación es muy, muy estrecha y con mucho apego, donde esos hijos necesitan siempre la aprobación para todo de sus pilares más importantes.

Bien está escuchar un consejo o una opinión, que para eso también están, pero, ¿hasta qué punto? La mayoría de estos testimonios son o padres que consideran que sus hijas “enseñan demasiado” o madres que consideran que sus hijas “están demasiado gordas”.

Si has visto algún caso de este estilo, los recordarás por frases tipo:

  • Estás más gorda, cuídate un poquito.
  • ¿Dónde vas con la falda tan corta?
  • Hija, que ya tienes edad, ¿por qué no te buscas un noviete?
  • Si no adelgazas un poco, no vas a encontrar novio tan fácilmente…
  • Esa ropa no te queda bien, demasiado escote.
  • Ahora que has tenido al bebé, tendrás que ponerte un poco a dieta, ¿no? Que si no tu marido, ya sabes…
  • Tan ceñida no, ¿no ves que se te nota toda la tripa?
  • Te dije que tenías que perder peso, seguro que con la que te ha sido infiel está mucho más delgada.

¡Y un sinfín de ellas y solo si me centro en el plano de nuestro físico, chicas! Porque seguro que también conocéis las de “estudia algo decente, que eso no te va a dar de comer”, “este chico no me gusta para ti, mereces algo mejor” o “búscate un trabajo decente”.

Por suerte, no ha sido mi caso, pero cada vez son más las personas que me encuentro con estos problemas en casa, ¡y no hay que tener miedo!

  1. Relativiza: tus padres no son la panacea, y por lo tanto no son solo sus opiniones las válidas. Aprende a relativizarlas y a darles la importancia justa.
  2. Habla con ellos: exponles lo que te duele y perjudica escuchar esos comentarios por parte de gente tan importante y cercana.
  3. Sé fiel a ti misma: y es que esos padres suelen querer tener hijos perfectos cuando ni si quiera ellos mismos lo son. Sé fiel a tus creencias, valores y estilo de vida, y demuéstrales que para ti son meras opiniones, las cuales no van a hacer que cambies.
  4. Pon distancias: no es necesario que pierdas el contacto con tus padres, ni mucho menos, pero a veces ayuda mucho a ver las cosas con otra perspectiva poniendo un poco de distancia en las relaciones. No me refiero a una distancia física, sino más bien una emocional que nos haga ver a nuestros padres como eso, padres, personas que se equivocan como el resto de mortales y que, por lo tanto, lo que digan puede ser tan discutible como cualquier otro tema o de cualquier otra persona.
  5. No justifiques la mierda: un padre o madre que te quiere y busca lo mejor para ti quizá puede llegar a hacer pupa en algún momento, y sabrá cómo exponértelo para que sufras lo menos posible. Pero eso no justifica algunos comentarios despectivos o sin empatía ninguna, sin tener en cuenta lo que tú quieres o lo que te gusta, simple y meramente por el afán de que hagas lo que más se amolda a su gusto en particular. No eres la marioneta de nadie.

Al final, cuando tengamos este problema atajado, ganaremos en confianza, autoestima, libertad y seguridad.

La persona que va primero siempre eres TÚ.

@eva.yummytoo